Charles llegó a su departamento con el ánimo por el suelo. Abrió la puerta como pudo, David se había quedado dormido y tuvo que bajarlo del auto cargándolo en brazos.
Su hijo era alto y de complexión un poco más grande que la de él. Definitivamente era igual a Erik y pesaba demasiado, pensó Charles.
Entró a la habitación del pequeño, lo acostó en su cama con el mayor cuidado que pudo y le quitó el abrigo. Lo tapó con las mantas y estampó un beso cargado de amor en su frente.
- Te adoro, hijo. Que duermas bien... - David respondió algo entre sueños que Charles no logró entender y se fue cerrando la puerta tras él.
Entró a su propia habitación, se quitó su ropa y se puso su pijama azul a rayas. En sus épocas de universidad tenía uno parecido y Erik se burlaba diciendo que parecía un pijama de abuelo.
Charles rió recordando las viejas épocas. Si alguien le hubiese dicho que ese joven tan autosuficiente y frío se iba a terminar convirtiendo en su mejor amigo, jamás lo hubiese creído. - Y en el amor de tu vida...- Susurró una voz interna.
Se pasó la mano por la frente intentando despejar esos pensamientos de su cabeza, pero todo era inútil. Erik estaba de vuelta en su vida, sus hijos se querían entre sí, lo había besado sin saber porque... tal vez si pudiese leer su mente... NO! Charles caminó ansiosamente por su cuarto. Había jurado que jamás entraría en la mente de su amigo sin su permiso, y seguiría respetando su promesa.
Se metió en la cama, y se tapó. Evitó pensar en ese estremecedor beso pero no pudo. Erik era como una tormenta de verano, aparecía de pronto, arrasaba con su tranquilidad, y se marchaba dejando todo revuelto. Sentir sus labios otra vez había sido una exquisita tortura que deseaba con todo su ser repetir. Sus instintos habían estado dormidos por años, pero Erik había logrado despertarlos con un simple beso. Se maldijo por su debilidad.
- Ya basta, Charles -. Se reprendió a si mismo. - Deja de darle vueltas al tema, y olvidate de lo que pasó.-
Al cabo de unos momentos comenzó a quedarse dormido cuando la voz de su hijo lo sobresaltó.
- Papi? - David sonaba lloroso y Charles se asustó.
- Qué sucede cariño? Ven! - Abrió la frazada invitándolo a entrar.El pequeño corrió hacia la cama y se metió dentro, abrazando a su padre. Éste lo rodeó entre sus brazos y le acarició el pelo.
- Tuve un sueño en el que estaba mi padre, no podía ver bien su rostro pero sabía que era él y cuando quería alcanzarlo, se alejaba cada vez más...- David se restregó los ojos y Charles sintió que se le partía el corazón.
- Sólo fue una pesadilla, mi amor. No llores. - Charles lo apretó aun más contra si y se odió más por privar a su hijo de conocer a su otro padre. Tras unos momentos, el pequeño se durmió. Y Charles se juró que tomaría cartas en el asunto, simplemente no podía seguir permitiendo que su hijo sufriese de esa manera.
Se quedó mirando al techo durante horas, pensando en que Erik lo odiaría cuando supiese la verdad y finalmente se durmió.
Erik entró a su habitación luego de acostar a sus gemelos. Se quitó la remera y la depositó prolijamente en el borde de una silla, se quitó los pantalones y volvió a repetir el proceso y finalmente se acostó completamente cansado y furioso.
Estúpido Charles. Cómo demonios podía haberle ocultado sus preferencias? No es que eso hubiese cambiado algo entre ellos, no. Pero él era su mejor amigo, se suponía que sabían todo el uno del otro. Y David? Quién demonios era su padre y por qué Charles defendía al imbécil? Erik apretó el puño con ira. De pronto recordó el beso y enfureció aún más. Charles y su maldita manía de morderse el labio y de defender a estúpidos que eran indefendibles. Lo había besado para castigarlo, para doblegarlo. No necesitando saber de otras razones, con la seguridad de que había obrado correctamente Erik se durmió, ignorando su creciente erección.
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Una noche para olvidar (CHERIK)
FanfictionEs el primer día de Charles como profesor en su nueva Universidad, todo parece ir bien hasta que se topa con un rostro familiar del pasado. La expresión de alegría en el rostro de Erik no se correspondía para nada con el espanto en los ojos de Charl...