Capítulo 22

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Charles estaba recostado en su sofá, leyendo un libro, con una manta cubriéndolo por completo. Era una típica tarde de invierno, y se distrajo mirando a través del ventanal como caía la lluvia.

Apoyó el libro en su regazo, y continuó contemplando el paisaje mientras sus pensamientos navegaban a lo que era hoy su vida. Había pasado un mes desde que David lo había perdonado. Ese suceso le había sacado un pesar enorme de su alma. Él y Erik habían repartido las semanas del niño para que pasara un par de días con cada uno, y David se había mostrado de acuerdo. No podía negar que lo extrañaba inmensamente cuando no estaba con él, pero poco a poco se había ido acostumbrando. Si su hijo era feliz, él también lo era y David amaba a su padre y a sus hermanos.

Y Charles también los amaba. Los meses que había salido con Erik había logrado encariñarse mucho con los gemelos. Al menos ahora su padre no parecía crisparse ante el echo de que los niños lo saludasen afectuosamente, o tuvieran pequeñas conversaciones cuando se cruzaban. Eso también lo hacía sentir mejor.

Y respecto a Erik... Charles suspiró. Respecto a él no habían habido grandes avances. Lo trataba con cortesía, pero con una gran distancia. Si los muros existiesen entre personas, ellos dos tendrían uno de miles de metros de alto. Y eso le dolía terriblemente. Creyó que con las semanas iría sintiéndose mejor, pero no había sido así. Seguía amándolo desmesuradamente y dudaba que eso fuera a cambiar algún día. Como también dudaba que Erik fuese a perdonarlo alguna vez. Eso no tenía solución.

Sacudió su cabeza, como intentando despejar esos pensamientos. El tema "Erik" era como entrar en un laberinto que no tenía salida. Volvió a tomar su libro, y trató de sumergirse de nuevo en la lectura, pero ya no podía.

- Perfecto, Charles. Te arruinaste otra lectura por pensar en cosas que no debes! - Rió sin humor y se levantó a hacer un té. Aún le quedaban varias horas al día y decidió que las invertiría en algo productivo como corregir exámenes o preparar su clase del día siguiente. 

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Erik estaba preparando la cena, mientras sus hijos jugaban en sus habitaciones.

Habían tenido un día tranquilo, a pesar de que no habían salido al parque a jugar por el mal tiempo, y él aprovechó eso para cocinar tranquilamente. La cocina era algo casi terapéutico para Erik. De pronto su traicionera mente le recordó el día que Charles quemó las pastas y sonrió sin poder evitarlo. 

- Qué te hizo sonreir? - David lo miró con curiosidad y Erik que no lo había oído aparecer en la cocina dio un respingo.

- Hijo, no me asustes así! - Erik lo reprendió, avergonzando por sus estúpidos pensamientos.

- Lo lamento...- Dijo David sin una pizca de culpa y se rió.- Estabas pensando en papá?- 

Erik se atragantó con su propia saliva y fulminó a su hijo. - Estabas leyendo mis pensamientos? Sabes que no debes hacer eso! -

- No. Pero solías sonreírle así a papá... estabas siendo muy obvio, y me lo acabas de confirmar.- Sonrió David triunfal.

Erik se ruborizó hasta las orejas.

- Papá...- David lo miró meditabundo y Erik sonrió. Le encantaba que su hijo le dijera papá.

- Dime, hijo...- Esperaba que su hijo cambiase de tema, no quería seguir hablando de Charles.

- Cuándo perdonarás a papá? - Erik sintió que la sangre se le iba del cuerpo. No sabía cual era el motivo de la insistencia de David en sacar el tema de su padre ese día, pero él realmente no quería hablar de eso. Ni siquiera estaba seguro de saber la respuesta, posiblemente nunca lo perdonase.

Una noche para olvidar (CHERIK)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora