Su vieja casa seguía igual de hermosa.
Con un patio enorme lleno de flores y pasto perfectamente verde (gracias a la cuidadora). La casa de dos pisos había sido pintada recientemente de azul cielo y las cortinas, antes rojas, habían sido cambiadas por unas de encaje blanco.
Simplemente divina.
Al entrar dejo su maleta en su antiguo cuarto y bajó a ayudar a sus padres con las demás.
Sería un invierno largo.