La cena iba de maravilla.
Los padres de Julia habían congeniado rápido con los de Roma, y ellas no podían estar más contentas.
El ambiente era cálido, nada incómodo.
Cuando la cena terminó Julia y Roma salieron al patio a caminar mientras sus padres platicaban en la sala.
-Me enorgulleces, amor - dijo Julia tomando a Roma de la mano.
-No pensé que fuera a salir tan bien.
-Eres una pesimista.
-Soy cobarde - Roma miró sus pies.
-No, eres valiente, eres mi valiente chica.
Roma y Julia se besaron con tanta dulzura que podrían morir ahí mismo.
Todo estaba bien.