-No
-¿Por qué no?
-No dejaré que lo hagas, Julia.
-Claro que sí.
-¿Lo has intentado alguna vez?
-No, pero sería interesante hacerlo.
Roma apenas se preparaba para contestar cuando Julia se hacerlo al timbre y después de tocar salir corriendo.
-¡Vamos!
-¡Mierda!
Roma corrió con Julia al escuchar como abrían la puerta.
-¿¡Están pendejas, o qué!?
Gritó el señor.
Roma y Julia ya estaban bastante lejos de la casa del hombre cuando dejaron de correr.
-¡No vuelvas a hacer eso!
Julia no dejaba de reír, y aquella risa no tardó en contagiar a Roma, quien se acercó lentamente tomando a Julia del mentón.
-Estas loca.
Julia le dio un corto beso y sonrió.
-¿Lo dudabas?