— ¿Qué quieres decir con «no»? —le gritó Anastasia, yendo tras él.
— ¡Quiero decir «no»! —Le gritó Christian dándose la vuelta—. No voy a hacerlo. Tú nos has casado, Anastasia. Ahora tienes que divorciarnos.
Anastasia sintió una mezcla de irritación y desesperación. Iba a ser difícil convencerlo esa vez. Pero debajo de ese presentimiento yacía aún cierta confianza en que podría hacerlo. Mia siempre decía que ella era capaz de manejar a Christian a su antojo. A Anastasia no le hacía gracia el comentario, pero no podía negar que había algo de verdad en ello. Así como había algo de cierto en la creencia de Mia de que su hermano seguía enamorado de su antigua compañera de colegio.
A veces Anastasia se sentía culpable por aprovecharse de la inquebrantable pasión de Christian hacia ella. Muchas veces había usado desvergonzadamente el afecto de su amigo. Y en cierto modo lo seguía haciendo.
Aunque, para ser sinceros, ella le había advertido que no esperase que fuera a cambiar entre ellos. Ella lo quería muchísimo, pero no lo deseaba. Era así de simple.
En realidad, ahora que lo pensaba, no estaba segura de que Christian siguiera enamorado de ella. Habían pasado muchas novias por aquel lugar desde hacía un año, cuando Anastasia había ido a vivir allí. Chicas rubias y atractivas, de larguísimas piernas y grandes pechos, que hacían que Anastasia se pusiera verde de envidia. Si Christian seguía enamorado de ella, lo disimulaba muy bien.
Esa idea la hizo sentirse incómoda. Estaba demasiado acostumbrada a la suposición de que él seguía enamorado de ella. Era un pensamiento que había actuado muchas veces como una especie de bálsamo, que había suavizado los golpes a su ego en ciertas ocasiones, que le había servido para hacerle recordar que se merecía ser amada, que ella era algo más que una mercancía apetecible para algunos hombres.
Anastasia frunció el ceño. No se resignaba a que Christian dejara de ser su admirador secreto. Saber que él siempre estaba ahí era algo que daba estabilidad a su vida. Él era una roca firme en donde ella podía apoyarse cuando todo lo demás le fallaba.
Sintió una cierta sensación de pánico. No podía soportar la idea de que un día Christian se alejase de ella para siempre. Estaría perdida sin él. Y si ya no estaba enamorado de ella, acabaría desapareciendo algún día...
«Tal vez no esté perdidamente enamorado, pero se preocupa por mí», pensó Anastasia
Como ella se preocupaba por él. Profundamente.
Christian le había tocado una fibra sensible desde aquel primer día en el jardín de infancia, cuando ella lo había espiado y lo había visto llorar en un rincón. Durante toda la época del colegio ella se había sentido empujada a cuidarlo, ¡porque él era tan dulce! ¡Y un chico tan tierno!
Hacia los dieciséis años había crecido de golpe. Tenía las piernas delgadas y largas, el pelo largo y grasoso y granos en la cara. ¡Digamos que era muy poco atractivo! El último año de colegio había mejorado mucho su apariencia, pero entonces se había transformado en un chico tímido y torpe con las chicas. Una vez había escuchado bromas de sus compañeros acerca de su falta de éxito con el sexo opuesto. Le decían cosas crueles y lo humillaban.
Anastasia había sentido pena por su amigo, tanta pena que había sacrificado su virginidad por él. Era lo menos que podía hacer por su mejor amigo. Era extraño, pero al pensar en aquella noche no podía dejar de experimentar sentimientos confusos. Él había sido un desastre. Y le había dolido mucho. Sin embargo, la experiencia la había conmovido; incluso había tenido que hacer un gran esfuerzo para no llorar después. Había habido algo tan increíblemente tierno en su nerviosismo...
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Secreto de Amor
FanfictionHistoria adapta con los personajes de Cincuenta Sombras de Grey, historia original de Beremeo :3