—Sí, he estado bebiendo. Y, sí, he perdido un montón de dinero en las carreras hoy; lo que no me gustó en absoluto. En cambio te equivocas cuando dices que no soy el mismo. Soy yo. Pero soy el nuevo Christian.
— ¿El nuevo Christian? —repitió ella sin comprender.
—He sido demasiado suave contigo durante mucho tiempo, Anastasia. Y no ha sido bueno para tu carácter. En absoluto. Tú piensas que puedes hacer lo quieras conmigo. Bueno, ya no puedes, cariño. He espabilado. En realidad hace mucho tiempo que me di cuenta de tus artimañas, pero entonces me costaba ponerte límites. Y ahora, no.
— ¿Por qué no? —preguntó Anastasia, enfadada. ¿Por qué le había dejado creer que él seguía enamorado de ella si no lo estaba?
—Porque he conocido a alguien. Y voy a pedirle se case conmigo. Un poco difícil hacer lo que pides cuando voy a casarme con otra persona, ¿no te parece?
Anastasia sintió que la tierra se abría a sus pies. ¿Christian se había enamorado? ¿Se iba a casar?
Sintió un dolor en el corazón, y un nudo en el estómago.
— ¡No te creo!
Él se irguió riéndose.
—Parece que hoy tienes problemas para creerme. Dime qué es lo que no crees.
—No creo que hayas conocido a alguien. No has traído a ninguna chica en este último mes. Te la estas inventando — Anastasia sentía que se le aflojaban piernas.
Pero en ese momento recordó todas las noches en que Christian había faltado de casa en los últimos tiempos. Ella había supuesto que él se había quedado en la habitación que tenía en la universidad, algo que hacía a veces. Pero ahora se daba cuenta de que podía haber otra explicación para su reiterada ausencia.
Christian se volvió a reír.
—Te aferras a cualquier cosa para no creerme, ¿sabes? La razón por la que no he traído a Leila a esta casa es que quiero que esta relación dure. ¿Y crees que tengo alguna posibilidad de que la relación dure presentándote como mi compañera de piso, como hice otras veces? Siempre que ocurrió eso te miraron con desconfianza y celos, dudando de que fuera cierto. No había forma de convencerlas de que nuestra amistad era platónica exclusivamente. Sospechaban que éramos amantes. Una sospecha que parecías fomentar, diría yo.
— ¡No es cierto! —protestó Anastasia. Pero en el fondo sabía que era verdad.
No le parecía que esas chicas fueran suficientes para Christian. Lo que había hecho había sido protegerlo, deshaciéndose de ellas.
—Tú nunca me has deseado, Anastasia —le dijo Christian con una mirada de contenida rabia—. Pero tampoco has querido que me tuvieran otras. Has sido siempre muy avariciosa, muy egoísta. Ya es hora de que pienses en alguien más que en ti misma.
—Pero eso no es cierto. Pensaba en mi madre cuando le dije que... Lo que le dije —odiaba a ese nuevo Christian por hacerla sentir tan mal. Se le llenaron los ojos de lágrimas, más de rabia que de pena—. No tienes derecho a decirme esas cosas. ¡Estás tan odioso!
—La verdad duele, a menudo.
La verdad, pensó ella con furia, la verdad era que ¡«su» Christian iba a casarse con otra! La sola idea era como una puñalada para ella. No sabía por qué. Ella no quería casarse con él. En realidad ella no quería casarse con nadie.
El matrimonio, en su opinión, sería como la muerte en vida para alguien como ella. En ese sentido era como su padre, que siempre había estado buscando el cambio y las experiencias excitantes. Igual que a él, a Anastasia no le gustaba la idea de sentar cabeza y tener hijos.
Su padre se había casado dejándose arrastrar por una ola de pasión momentánea y se había pasado los siguientes veinte años buscando la satisfacción fuera de su cama de matrimonio. Y Anastasia sospechaba que ella era igual de inestable. Todavía no había habido un hombre que le interesara sexualmente más de seis meses. Y sospechaba que no existiría tal hombre.
— ¿Y quién es esa Leila con la que te vas a casar? —preguntó ella.
— ¡Oh, no! ¡No lo intentes! La mantendré bien alejada de ti, señorita lianta.
— ¿Dónde te acuestas con ella?
—No es asunto tuyo. ¿Acaso te pregunto yo adónde te acuestas con tu último novio?
—Puedes hacerlo, si quieres. Pero Jack y yo nos hemos distanciado. Empezaba a aburrirme.
— ¡Oh! ¿Qué pasó? ¿Te viste obligada a conversar con el Hombre Macho?
Anastasia no pudo reprimir una sonrisa. Era una buena descripción de Jack, un levantador de pesas profesional con más masa muscular que capacidad mental.
—Algo así —respondió ella.
Christian y Anastasia se miraron.
La vieja camaradería que había sostenido su relación de amistad durante todos esos años luchaba por salir a la superficie. Ella siempre había podido charlar de todo con Christian. Y nunca se había escandalizado. Él siempre la había escuchado y siempre le había dado sabios consejos, pero nunca la había condenado. Christian era aún su mejor amigo, sintió ella, encogiéndosele el corazón. Y en ese momento vio en la cara de Christian dibujarse una pícara sonrisa.
Instintivamente, ella alargó la mano para tocarle el brazo afectuosamente.
—Leila no tiene por qué enterarse, Christian —le rogó—. Mamá se irá enseguida a Escocia nuevamente. Por favor... No quiero arruinarle el viaje diciéndole la verdad. Te prometo que le escribiré en cuanto regrese y le contaré alguna historia para que puedas estar completamente al margen de esto.
Él la miró. Ella contuvo la respiración, deseando que Christian dijera que «sí».
«Por favor...», suplicó Anastasia para sí.
Christian quitó la mano de Anastasia de su brazo, suspirando profundamente.
— ¿Jamás te rindes, no? Déjame que te aclare una cosa. No voy a desempeñar el papel de marido feliz para tu madre y para ti. No voy a dejarte dormir en mi cama mientras ella esté aquí, excepto si yo no me quedo a dormir. No voy a estar a disposición tuya, ni voy a bailar al compás de tu música.
Anastasia se sintió desolada.
— ¿Y qué voy a decirle?
—Cuéntale cualquier historia que se te ocurra, Anastasia, cualquiera que sea convincente. Tienes dos opciones, o le dices la verdad, o le inventas una separación temporal o un inminente divorcio. Ya te he dicho que puedo dormir en otro sitio durante los quince días que esté tu madre, así que no tienes que preocuparte por ello.
Anastasia lo miró asombrada mientras él la echaba de su habitación.
—Y ahora, si no te importa, quiero vestirme. Voy a salir—y cerró la puerta firmemente.

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Secreto de Amor
FanfikceHistoria adapta con los personajes de Cincuenta Sombras de Grey, historia original de Beremeo :3