Christian llevó la bandeja del desayuno al dormitorio. Apretó los labios al ver a Anastasia desnuda aún.
Su adorable pelo castaño ya no estaba confinado en aquel moño que llevaba el día anterior. Estaba desparramado sobre las sábanas color crema. Parecía una postal de erótica decadencia.
Si su madre la hubiera visto...
Pero la señora Adams estaba dormida, bajo los efectos de aquella pastilla seguramente. No era demasiado tarde. Sólo las ocho de la mañana.
Christian dejó la bandeja en la mesilla y observó la deliciosa curva de su espalda. No pudo resistir la tentación, y se inclinó a besársela, antes de recorrerla con la punta de la lengua.
— ¡No! —se quejó ella, apartándose de él.
Luego se puso de frente. Los ojos estaban cerrados aún.
Él se emocionó al ver su cuerpo pequeño, tan perfecto y hermoso.
Anastasia siempre se había quejado de sus pechos pequeños y de su baja estatura, pero para él estaba bien. Él adoraba la forma de sus curvas, le encantaba el modo en que sus pechos se ajustaban a su mano.
Ponía de manifiesto lo pequeña que era ella en comparación con él.
Se le encogió el corazón al recordar el modo en que había actuado con ella la noche anterior. No se sentía orgulloso de ello. Había empleado la fuerza, pero ella no se había opuesto firmemente. Ella había querido entregarse también.
Y él había deseado tanto todas esas cosas durante años... Bueno, ahora podía decirse que las había hecho casi todas, pero eso no había mermado su pasión o su amor. La amaba más que nunca. ¡Diablos! Deseaba que fuera suya para siempre. ¡Quería que fuera su esposa de verdad!
Pero él sabía que Anastasia nunca sería suya. Ni de ningún otro hombre para siempre. Tenía que conformarse con haber compartido aquello con ella al menos. Su abandono con él no era nada del otro mundo, ni esos momentos en que la había visto totalmente entregada a él. Cualquier hombre en su lugar habría pensado que ella lo amaba para permitir esa intimidad.
Pero Christian sabía la verdad.
Una serie de circunstancias le habían permitido dar en el talón de Aquiles de Anastasia, el sexo, y ella se había dejado llevar.
Cuando ella se sentía sexualmente atraída por un hombre siempre se obsesionaba por él. Fuera y dentro de la cama.
Pero siempre por un tiempo. Luego empezaba a ver que el hombre no era perfecto. Algunas veces era el hombre el que la dejaba, probablemente porque ella lo propiciaba, y otras veces ella misma producía la ruptura.
Lo extraño era que el que más le había durado había sido uno que no la trataba demasiado bien. Una vez, el muy desgraciado, se había jactado de su éxito con las mujeres, diciendo que era debido a que las trataba mal.
A Christian le desagradaba personalmente esa teoría. Pero, ¡daba resultado! ¿Qué había conseguido el buen Christian con Anastasia?
Nada. En cambio cuando se había comporta como un macho egoísta que no tenía nada que perder, ella había caído en sus brazos. Era perverso. ¿Pero quién era él para cuestionar el camino hacia el éxito en la atracción sexual?
Y él de ese modo había tenido éxito con ella. Perdía la cuenta al recordar las veces que había sido suya la noche anterior.
Tener su cuerpo no bastaba, él siempre había querido más, pero tener sexo con Anastasia lo hacía sentir infinitamente mejor de lo que se había sentido en todos esos años.
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Secreto de Amor
Fiksi PenggemarHistoria adapta con los personajes de Cincuenta Sombras de Grey, historia original de Beremeo :3