Fredag, 21:21

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Había pasado una semana desde mi último episodio maníaco. El fin de semana había estado sumido en una depresión realmente grave. No tenía ganas de comer, ni de hablar, ni siquiera había pensado en lo que pasó. Durante la semana, con la ayuda de mi madre, había mejorado un poco. Ella me ayudaba diciendo que no era para tanto lo que pasó y que seguramente Isak lo entendería. Sin embargo, yo no sentía nada, simplemente un vacio muy grande en mi interior.

Isak era la única persona en el mundo que me había querido, que se había preocupado por mí de la misma forma que yo lo hacía por él. Ambos habíamos compartido juntos un millón de bromas y muchos momentos íntimos, especiales, que me habían hecho sentir lo que nunca había sentido por nadie. Por eso, pensar que lo que había pasado el último viernes le había hecho daño me hacía sentir como la peor persona en el mundo. Lo único que yo quería era verle a él feliz y claramente nunca lo sería a mi lado.

Poco a poco fue pasando la semana lentamente, demasiado lento. Había llegado un momento en el que me sentía totalmente vacío. La tristeza había ido desapareciendo al saber que ya no podía hacer nada para cambiar lo que pasó. Y encima solo tenía seguro que aquello podía pasar otra vez en cualquier momento y para la persona que le tocará pasarlo conmigo sería una carga. En definitiva, era una carga para todo el mundo. Para mi madre que siempre tenía que estar pendiente de mi estado mental. Para mis amigos que tenían que intentar comprenderme en todo momento. Y sobre todo para Isak que seguramente estaría realmente confundido por todo lo que pasó y dolido.

Por esto, no quería seguir siendo una carga para nadie. Así que durante todo el viernes llevaba dándole vueltas a la vía rápida, pero valiente, para acabar con todo aquello: el suicidio. No era la primera vez que consideraba el quitarme la vida como una opción para dejar de seguir sufriendo y dejar de hacer daño a los demás, pero los psicólogos me habían ayudado a no tener ese tipo de pensamientos. Sin embargo, después de lo que había pasado con Isak esa opción había vuelto a mi mente. Sabía que había gente a la que le dolería mi pérdida, pero otra parte de mí, que tenía mucha más fuerza, no podía seguir sufriendo de esta forma. No creía que fuera capaz de superar todo aquello otra vez, al menos no solo.

Después de pensarlo mucho, decidí que la muerte era la mejor opción así no molestaría ni dañaría a nadie más. Pero antes de eso, quería recordar, por última vez, con todo el dolor de mi corazón los momentos más felices de mi vida. Estos eran con Isak así que fui hasta Nissen para recordar el día en que nos conocimos por primera vez, donde empezó toda esta fantástica historia.

Estaba recorriendo los pasillos del colegio cuando la cobardía se apoderó de mí. Suicidarme era una opción, pero no creía tener la suficiente fuerza de voluntad para ello. Así que decidí darle a la vida una última oportunidad. Escribí un mensaje para Isak en el que le expresaba todo lo que estaba sintiendo en ese instante. Y, además, ese mensaje era una llamada desesperada de auxilio, necesitaba que él me salvara, era el único que podía.

"Querido Isak. Estoy ahora mismo sentado en el lugar en el que nos conocimos por primera vez y estoy pensando en ti. Pronto serán las 21:21. Quiero decirte un millón de cosas. Lo siento por haberte asustado. Los siento por hacerte daño. Lo siento por no haberte dicho que soy bipolar. Estaba asustado de perderte. Pero olvide que no es posible perder a alguien, porque estamos solos de todas formas. En otro lugar del universo, estamos juntos por toda la eternidad, recuerda eso. Te quiero. Even".

Terminé de escribir el mensaje con lágrimas en los ojos y deambulé un rato más por Nissen. Estaba pensando en cómo se sentiría Isak al recibirlo, si lo entendería bien, si vendría a salvarme. Pero dejé de darle vueltas a todo aquello porque esto no era una bonita película romántica y seguramente Isak no quería saber nada más de mí. Así que después de un rato decidí dejar el instituto para volver a mi casa y quién sabe lo que haría.

Cuando salí al patio de Nissen ahí me encontré a Isak totalmente desconcertado y perdido, pero su cara cambio cuando me vio. Empezamos a acercarnos lentamente. Llovía y hacía demasiado frío pero nada de eso nos importaba, no podíamos apartar la mirada el uno del otro. Yo estaba pensando si eso era real, si de verdad él había venido a salvarme, como yo no podía hacer por mí mismo.

Isak se acercó a mí y me dio un beso en la mejilla. Nuestras narices se estaban rozando la una a la otra y disfrutaba de su tacto cálido. Sin embargo, cerré los ojos porque si esto era un sueño no quería despertarme, abrirlos y darme cuenta de que él no estaba ahí.

- No estás solo- me susurró él entonces mientras me tomaba la cara entre sus manos para unirnos en un dulce beso.

Esas palabras eran perfectas para este momento. Significaron todo para mí, que ya no tenía que seguir luchando solo, que tenía a alguien a mi lado para rescatarme, que tenía motivos para vivir. Una chispa de felicidad y esperanza se encendió en mí. Quería aferrarme a esa sensación así que me aferré a Isak que era el que la provocaba. Le abracé durante un rato bastante largo hasta que él sugirió que deberíamos de ir a su casa porque hacía mucho frío.

Durante el camino hasta su piso ninguno de los dos dijo nada. Simplemente íbamos abrazados, disfrutando del sentimiento de que Isak iba a estar ahí siempre para mí. No necesitaba más que eso. Luego, cuando llegamos a su casa, nos fuimos a su habitación y yo me quedé dormido. Dormí profundamente como hacía mucho que no dormía. Dormí en paz y soñé con un bonito futuro junto a Isak.


He's manic {Evak}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora