Capítulo 60: "La Otra Cita"

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Comprendemos el porqué, pero no su ¿Por qué?


Esa misma noche, en otro punto lejano de la ciudad

- ¡EL DOMINGO A ENTRENAR CON TODO! – exclamó Carlos dentro de su cuarto en el albergue del INABIF

- ¡Aish! ya cállate y deja dormir – hablo Armandero, su compañero de cuarto

- Lo siento Arman, pero estoy feliz

- Lo sé, pero eso no significa que tengas que joder a medio mundo a las diez de la noche

- Está bien, me voy un rato a comprar unas latas, si pasa la seño le dices que...

- Si ya se, que fuiste a ver el mar, que tanto te gusta

- Gracias Arman ¡Nos vemos a la mañana siguiente eh!

- Bueno, buenas noches

Una razón tranquila para celebrar con ganas, gracias a los trabajos que tuvo durante la semana con ayuda de Sylvana, pudo comprarme un par de latas. Carlos no sabe qué clase de entrenamiento les hará sufrir ese vagabundo, pero todo se hará porque bueno, es lo mejor para sus poderes y el mismo, pensaba Carlos alegremente.

El día que enfrentó a Alexina, pensó que robar utilizando sus poderes lo era todo, pero ahora sabía que los tiene por una razón muy importante y que podía mejorarlos al cien por ciento; eso de robar ya no le importaba, su meta ahora era, ayudar a sus hermanos pequeños del INABIF, sea como fuese, sacarlos de ese lugar a un mejor hogar para aprender y trabajar, nada de drogas y robar porque eso los lleva a pecar, eso rimó y le gustó.

Paseaba por la avenida Brasil mientras iba con las latas rumbo a la playa, caminó bastante, como veinte cuadras y pues, al fin pudo llegar a la pequeña capilla/plaza de Magdalena, al final de la avenida Brasil. Sin carros, ni ómnibus haciendo sonar sus escandalosos cláxones a cada rato, un momento consigo mismo y el mar que tanto desea dominar.

Mientras observaba el mar con una lata de chela en la mano, se preguntaba porque tenía esos poderes, recordaba la primera vez que los utilizó y cómo fue que los colores lo rodearon para salvarlo de ese incendio. No recuerda del todo como fue su infancia, solo que en un momento se encontró en una cama de hospital vendado en ambos brazos, fue a los 8 años si mal no recordaba.

El mar tranquilo y oscuro, detallado con bordes de luces y una gran cruz iluminando el firmamento en el lado izquierdo de toda la playa, una gran fuente de luz con forma de cruz, que desperdicio de dinero. Arruinando el oscuro y árido paisaje del océano, que una vez, fue iluminando solo por las estrellas que abundan en la gran galaxia del cual, formamos parte.

Sumergido en sus pensamientos del pasado, escuchó la voz de una chica, una melodiosa voz y muy suave.

- ¿Es lindo ver el mar no? – preguntó la chica de cabello marrón oscuro y su mochila morada

- Sí, es realmente genial, oye ¿No te da miedo estar aquí a estas horas de la noche?

- Sí, pero vivo cerca, además me gusta ver el mar a estas horas, es relajado y sin mucha gente

- Exacto – dije con emoción – hay que aprovechar las pocas horas que tenemos para ver a nuestro gran padre mar, carnal

Cielo de Almas, Kay Pacha: "Al rescate de la Princesa"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora