Los labios de Otabek besaban con lujuria los labios de Yuri. Desde besos largos y románticos a lujuriosos que llegaban a ligeras mordidas o una danza de lenguas que dejaban sin aire los pulmones de ambos. Las suaves caricias que le proporcionaba el mayor al delgado cuerpo hacían que su cuerpo se estremeciera por aquella nueva sensación, donde no sentía miedo si era lastimado, porque en ese momento era lo que menos sentía.
Las manos del moreno empezaron a invadir dentro de la lencería blanca que el había escogido para Yuri, el cual tenía que mencionar que le quedaba perfecto, su cuerpo era tan hermoso y tan exótico que hacía que la erección de Otabek creciera cada vez mas dentro de sus pantalones y su cabeza se nublara con sus instintos alfa. Era cierto que era bastante lujurioso pero de la misma manera estaba enamorado de Yuri.... Por esa misma razón estaba controlando su alfa interior para así no lastimarlo. Lo cual era un total éxito, el rostro de Yuri se encontraba con un sonrojo en sus mejillas mientras sus ojos estaban cerrados dejando a la vista sus hermosas y curvadas pestañas doradas.
Sin decir nada beso los parpados de Yuri y poco a poco empezó a bajar sus besos desde su cuello haciendo ligeras marcas, su pecho donde lamió los pezones rosados para finalmente arrastrar su lengua hasta el vientre donde su mayor deseo era el poder engendrar a su bebé esa misma noche.
Las blancas piernas de Yuri se mantenían juntas gracias a la vergüenza que sentía en ese momento, sentía miedo que Otabek se sintiera decepcionado por su cuerpo. Ya que según sus pensamientos en ese instante le decían que su complexión era la menos indicada para el moreno.
Pero solo basto con suaves caricias en su cadera para que la confianza del menor volviera a su cuerpo. Abriendo su virginal intimidad a la vista de Otabek, el cual por supuesto había pensado que era el cuerpo mas hermoso de su mundo.
Sin pedir algún permiso, tomo los muslos del menor y con suaves mordidas y besos empezó a recorrer con erotismo aquel nuevo terreno que causaba que la entrada del Yuri empezara a humedecerse y el miembro de Otabek empezara a pedir plegaría para entrar en aquel cuerpo y así poder satisfacer su calentura.
Ambos aromas de ambos amantes empezaron a combinarse en aquella pequeña habitación, dando a entender que la pareja iba a buenos pasos.
--Yura...- pronunció de forma ronca - Voy a prepararte para no lastimarte... esto me tomara unos minutos... -de forma lenta empezó a quitar aquel calzón de encaje que hacía juego con la piel del menor y hacia ver más tierna aquella erección que tenía Yuri en esos momentos. - Si te duele o te sientes incómodo, no dudes en decirme, ¿Si?-
--Está bien- fue la única respuesta de Yuri antes de que Otabek de forma lenta y suave empezara a introducir un dedo en la entrada, causando que soltara un ligero suspiro mientras su cuerpo se tensaba por aquella invasión.
Y solo fue cuestión de segundos para que el mayor empezara a mover aquel dedo de forma lenta en el interior de su pareja.
--Relajate-fue lo que murmuro Otabek sobre los labios de Yuri para hacer un intento para que este relajara su cuerpo. Y cuando lo hizo introdujo el segundo dedo, haciendo que el menor soltara un ligero gemido y apretara ligeramente las sabanas.
Otabek no se sorprendió cuando tardo en dilatar por 10 minutos la virginal entrada de su pareja pero todo había valido la pena, le encanta escuchar los suaves gemidos del menor bajo su cuerpo mientras sus ojos se acumulaban de lágrimas y su rostro se mantenía rojo... Simplemente aquella expresión hacía que el alfa interno de Otabek se volviera loco.
De forma lenta saco sus dedos del interior de su pareja para así poder quitarse sus pantalones y bóxer para finalmente acomodar el cuerpo de Yuri en unas almohadas para que este no estuviera incómodo en su momento sexual. Beso sus labios y se puso entre las piernas blancas, agarró su propio miembro y de forma lenta se adentró al interior de Yuri. Causando que el menor se encogiera, rasguñara la espalda de su alfa y soltara un gemido.
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Mi Querida Rosa
FanfictionUna tradición, una mirada y un ramo de rosas marcará el destino de aquellos omegas de sangre pura , uno que nunca podrá ser escrito por ellos sino por su alma destinada, su alfa de sangre real y así poder salvar el honor de quienes nunca lo amaron...