Final (Parte 2)

197 10 4
                                    

A los dos días de que Xavier entrase por mi ventana, me llegó una carta de su parte pero no la leí. Algo me decía que algo iba mal.

Desde entonces han pasado otros dos días, en los cuales no volví a tener señales de vida de parte de Xavier. Además de que cuando miraba a mi madre ella me miraba con pena, me parece, y evitaba hablar conmigo siempre que podía. Estaba clarísimo que algo iba mal.

Estaba sentada en mi cama con la carta de Xavier en mis manos con la intención de leerla, de repente mi madre entró como una loca para decirme algo, pero se conoce que al verme con la carta en las manos se relajó y se dio la vuelta.

— Cariño... ¿Ya la leíste? — preguntó en un tono que me costó escuchar.

— Aún no, iba a leerla ahora, ¿es algo malo, mamá?

— Leela Lauren — contestó y se fue, dejándome sola y con la palabra en la boca.

Suspiré y abrí la carta, con dificultad ya que mis manos temblaban, y cierto temor. La desdoblé y empecé a leer.

Hola, princesa mía. Espero que me leas en cuanto tengas esta carta entre tus manos, porque será la última vez que te escriba.

Mi padre reservó una plaza en un internado para que, según él, me espabile y te olvide, porque soy un adolescente y voy a conocer mil y una chicas, pero ninguna será igual que tú. Esto fue demasiado lejos, ya no solo por el hecho de que no me sea permitido el ir a visitarte, ni el que vaya a estar internado, sino el que escuche constantemente que soy una deshonra para los Foster; tú conoces a mi padre, debes saber como es él. ¡No lo culpes, mi princesa!

Acabo de terminar de empacar mis cosas, y aunque no me dejan llevar accesorio alguno, nunca me quitaré el collar que con tanta ilusión me diste; es como si estuvieras conmigo en estos momentos tan frágiles para mi, esos momentos en los que estoy perdido y ni siquiera sé donde estoy; porque tú eres mi luz, mi sol, mi corazón, mi guía y mi todo.

Princesa, te amo. Te amo como nunca amé a nadie, mucho más de lo que llegué a soñar.

Tus labios son un veneno en forma de manjar, porque cuando los pruebo toco el cielo y a la vez son mi perdición. Tus caderas, tus ojos, tu pelo, tu sonrisa... Todo me tiene embobado, enamorado, pero si no puedo volver a verte es una dulce tortura que me niego a olvidar.

Lauren, ¿ya te he dicho que te amo? Eres tan hermosa y tan joven que no tendrás problema alguno en buscar a alguien más que te quiera casi como yo, no me olvides pero tampoco gires en torno a mi. Tu felicidad es la mía, así que sonríe, incluso en los momentos más difíciles, si no es por ti hazlo por mi, mi vida.

Y lo siento.

Te quiero y te amo, princesa, no lo olvides nunca.

Xavier, tu princeso.

Lágrimas caían por mi rostro sin fin, como si mis mejillas fuesen una montaña rusa. ¿A qué se refería? No entendía absolutamente nada, ¿acaso había hecho algo mal? Seguro podía haber hecho mucho más para hacerle feliz, no podía irse cuando estaba tan llena de esperanza.

—¿Vas... A dejarme...? — rompí en llanto, dejando la carta a un lado para tapar mi rostro en un intento de callar mis sollozos — Xavier, no puedes hacerlo...

No sé cuándo pero mi llanto aumentó, mi madre entró a la habitación y me abrazó con fuerza, refugiándome en sus brazos como la madre que era queriendo protegerme de todo mal. Mis brazos rodearon su abdomen con fuerza mientras me desahogaba en lágrimas y sollozos hasta sentir mis ojos pesados.

—El señor Xavier — comenzó a hablar mi madre, acariciando mis cabellos con sutileza — llamó preguntando por ti, para decirte que la incineración iba a llevarse a cabo mañana. Quiere que vayas, para disculparse y para entregarte algo que Xavier quiso que tuvieras.

La intensidad de mi llanto aumento considerablemente porque era definitivo, me había dejado y yo no pude hacer nada. Incluso leí su carta más tarde, ¿cómo pude hacerlo? Lloré hasta que mis párpados fueron demasiado pesados para mi, y finalmente me dormí hasta el día siguiente.

~*~

El padre de Xavier sostenía un pequeño tarro con lo que quedaba de mi princeso, mientras que con su mano libre me tendía el collar que me prometió no quitarse nunca. No podía tener sus cenizas, pero me consolaba el hecho de que pensó en mi en los últimos momentos. Mis ojos, tanto como los del mayor frente a mi, estaban rojos e inundados, y aunque iba en contra de lo que deseó Xavier, coloqué el collar en el tarro dando un par de vueltas en la tapa para que no se cayera.

—No necesito nada más, señor. Gracias por cuidar de Xavier y querer lo mejor para él, siento mucho todo... — intenté sonar lo más firme posible aún con mi voz rota, pero no pude terminar de hablar para no romper en llanto, mientras me inclinaba hacia delante en señal de disculpa y arrepentimiento.

Una mano acarició mis cabellos y, extrañada, alcé mi rostro para ver los orbes verdes que tanto me recordaron a él mirándome con cierta ternura y compasión.

—Hiciste a mi hijo feliz, era lo que quería para él.

Sin más palabras, se marchó del lugar, no sin antes de que yo detuviera su paso para dejar un beso suave sobre el collar de Xavier.

—Espera por mi, mi amor — susurré una vez perdí al mayor de vista.

Junto a mi madre, abandoné el lugar, dispuesta a seguir viviendo, por ambos, sin olvidarle. Porque estaba segura de que él esperaría por mí todo el tiempo del mundo, así como yo lo haré.

El Hijo Del Jefe De Mi Madre《Xavier Foster》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora