Capítulo 33

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Falté al trabajo hoy sin avisar

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Falté al trabajo hoy sin avisar. Volví de Birmingham en la mañana, tenía tiempo de sobra para llegar a Tendencia, pero no pude hacerlo. La verdad es que ni siquiera sé por qué volví a Londres en primer lugar, debí quedarme con papá y acompañarlo a su cita médica. Hoy van a darle los resultados de los estudios y no puedo dejar de pensar en ello.

Estoy tan angustiada que por momentos siento que pierdo la respiración. Es abrumador.

Me sobresalto cuando mi teléfono vibra con un nuevo mensaje de texto.

Philip: ¿Estás bien?

Yo: Lo estoy.

Philip: Mmm... ¿Estás en el trabajo?

Yo: No. Lavo ropa.

Él no responde, pero puedo ver que ha leído mi mensaje. Quizá está molesto porque antes le envié un mensaje para cancelar nuestro almuerzo y ni siquiera le expliqué el motivo. Con un suspiro dejo el celular a un lado, sobre una de las lavadoras, y me llevo las manos al rostro.

No estoy segura de qué es lo que hago o lo que debería hacer en estos momentos.

La lavadora se detiene unos minutos más tarde y casi de forma automática, sin meditarlo, yo la echo a andar de nuevo. Pasa quizás media hora cuando escucho que alguien entra al cuarto de lavado.

Sorbo la nariz y me enjugo las lágrimas que se me escaparon de forma discreta. Cuando volteo hacia quien acaba de llegar, segura de que se trata de alguno de los vecinos, me sorprendo al ver que en realidad es Philip. Él suspira y, mientras afloja los primeros botones de su camisa color melocotón, se acerca a mí.

Lo miro con sorpresa. Él se detiene a mi lado en silencio. No hacemos nada más que mirarnos por los siguientes segundos. Inhalo profundo, aparto la mirada un instante y luego vuelvo a mirarlo con aire de confusión.

—Um... ¿Hola? —soy la primera en hablar.

—Te extrañé los últimos días —es la respuesta que él me da.

Encuentro su mirada de nuevo. Hay una minúscula sonrisa en sus labios, una tranquila y comprensiva.

—También te extrañé... —aseguro y alcanzo su mano para entrelazarla con la mía.

Philip me mira con preocupación y lleva su otra mano a mi mejilla con suavidad.

—¿Qué haces aquí, Jade?

Me encojo de hombros.

—Lavo ropa.

—Parece más como si te estuvieras escondiendo.

Muerdo mi labio inferior. Él acaricia mi pómulo con su pulgar mientras me estudia con la mirada.

—No me escondo.

Jamás digas nunca [T.I.M. #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora