5: los detalles de ser gay.

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—Me parece injusto que use justo mi ropa—se quejó Michael a su hermano, con los brazos cruzados.

—¿A caso vas a necesitarla, Michael? Es la única que quedó en casa de mamá porque no quisiste donarla a la iglesia como yo. Ah, por cierto mamá te manda saludos.

Mikey rodó los ojos.

—Madre me ha traicionado.

—De hecho no, no sabe de Frank. Ella piensa que es para donar, lo cual sería buena idea una vez que él se vaya.

Frank se encontraba mirando el intercambio de palabras desde la mesa. Tambaleaba inconscientemente las piernas en lo que esperaba por el baño que Gerard dijo que le daría. Estaba ansioso, no porque lo bañara, sino por decirle.

A veces Frank sentía pena por Gerard, ese hombre le daba idea de que tenía mucho en su cabeza y que nunca se quedaba quieto. Se preguntó si la cabeza de una persona era capaz de estallar.

Pero borró el pensamiento al instante, a pesar de no haber hallado la respuesta.

Gerard, juntó las prendas en su brazo y caminó hasta el niño, permitiendo que éste montara su espalda hasta el baño donde lo dejó parado sobre la tapa del inodoro.

—¿Me vas a dejar que te bañe o puedes hacerlo tú sólo?—preguntó frente a Frank, que estaba a su altura.

—¿Puedes bañarme, por favor, Gerard?

—¿Podrías dejarte los calzones puestos, por favor, Frankie?—lo imitó sonriendo, provocando una risita en el menor y tocó la punta de su nariz.

El mayor lo observaba mientras se quitaba la ropa, dejando cada vez más expuesta su delgada y pálida piel. No pudo evitar sonreír al ver la torpeza con la que lo hacía. Sentía algo por el niño, ya no lo sentía como un insoportable como lo había hecho la primera vez que lo vio. Ahora le parecía agradable y terriblemente tierno. A lo mejor Gerard se estaba encariñando pronto, sabía que no debía si no quería sufrir luego, pero no podía evitarlo. Aquél niño tenía algo especial, una energía diferente.

Una vez que la tina del baño se llenó de agua caliente, Gerard sentó al niño en ella y mojó su corto cabello con la esponja.

—Oye, Gerard, ¿podría preguntarte una cosa?—dijo, de repente, Frank.

—Claro, ¿qué?—respondió el otro mientras untaba shampoo en la cabecita del pequeño y la masajeaba.

—¿Yo te gusto? ¿Eres gay? Ay, esas fueron dos preguntas.

Gerard paró lo que hacía y miró al niño con una terriblemente notable confusión en el rostro. En cambio, los ojos de aceituna contrarios lo miraban con inocencia, atención e impaciencia.

—¿Por dónde viene esa pregunta, Frank?—trató de sonar natural y volvió al labor en su cabeza.

—Ah, es que, yo soy gay—argumentó aún más natural Frank.

—¿Fueron los amigos de Mikey? Sabía que no era tan buena idea, agh,...

—No me haz respondido. ¿Te parezco bonito?

—Frankie... Tú aún no puedes saber de esas cosas.

—O sea que te parezco feo—dedujo el pequeño con un pequeño puchero en los labios.

—No he dicho eso, sí que eres un niño muy bonito. El más lindo que he visto. Pero eso no significa que seas gay ni nada parecido, serlo, implica muchas otras cosas que no entenderías.

—¿Cómo qué?

—Que no entenderías, dije—repitió y volvió a notar el puchero de Frank. Pero de todos modos no quería meterse en algo que no podría salir, era un asco explicando. Mucho más a un niño.

—Eres malo, Gerard.

Gerard enjuagó la cabeza de Frank y luego sintió el sonido de su celular sonar, el característico sonido del Pac-Man. Se secó las manos y quitó el teléfono de su bolsillo, para encontrarse con un mensaje de su amigo Raymond.

“Ray:

Tengo una nueva creación. Tienes que venir, esta vez es bueno. ¡Lo juro!”.

Mi nombre es Frank » Frerard [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora