extra dos. «Pete y Patrick, (¡no jodas!)»

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¿Novelas Coreanas en las que recién se besan cuando ya pasaron 40 años y los personajes ya están todos viejos, arrugados y con mil gatos a su alrededor?

¿Romances literarios en donde lleva al menos veinti-tanto de páginas para que el amor sea descubierto?

«¡Al carajo todo aquello!» pensó Michael ante la escena frente a sus ojos. No podría sentirse más confundido.

A ese punto, Mike creía que la lengua de Pete ya había llegado hasta el estómago de Patrick, apostaba su propia alma contra Satán que sí.

Alrededor todo estaba en silencio, bueno, Kristin y él lo estaban. Pete y Patrick muy ocupados como para darse cuenta.

Asco no sentía, ¿entonces qué era esa sensación en su estómago, como dictándole que rompa una botella de vidrio y se la enterrara en un ojo al rubio?

Tal vez asco, bueno. Pero no por Pete, nunca por su amigo Pete. Al que conocía hace tantos, tantos años.

Kristin se sentía traicionada por sí misma por disfrutar de lo que veía, casi que gritaba por la escencia a amor que sentía, pero de todos modos lo hacía en silencio. Michael estaba presente.

—¿Entonces... Ambos gay?—se animó a preguntar el de anteojos, Michael (¡no Patrick, nunca Patrick, él era el único y listo!) de forma muy incrédula una vez que los del show decidieron descansar de su donación mutua e innecesaria de saliva.

—¿Uh?—balbuceó Pete, medio aturdido—. Ah, eh... No lo sé. No me veo como gay, heterosexual o como pepino. Me gusta solo Patrick, es un asunto complicado. Por el momento solo soy Pete.

—Ah.

—¿Salen, son novios ya?—preguntó esta vez Kristin.

—No, para eso es rápido, no es como si eso se diera de un día para el otro—contestó Patrick.

—Pero para dejar que Pete viole tu cavidad bucal sí, ¿no, Pat?—agregó Michael, intentando de forma fallida lucir gracioso.

—¡Y con gusto!—dijo Pete animado y provocando la risa de Patrick. «Maldición».

Agradeció que Pete fuera invulnerable a sus comentarios, él jamás se ofendería con nada que saliera de su boca.

De repente sintió ganas de irse a su casa, a ver una película o dormir un rato tal vez, pero irse sí o sí de la casa de Pete. Si él pensaba resfregarle lo que hacía con su vecino, ¿para qué los había invitado entonces? Bueno, para eso. Aunque él creía tener en claro, que la mayoría prefiere la privacidad para ese tipo de situaciones.

Pero Pete siempre hizo todo a su manera, convirtiéndolo en especial. Aunque para Michael no estaba siendo especial, ni le encontraba la gracia.

Se miraron unos segundos, se dijeron algo que no oyó y se dieron un pequeño beso.

—Es que... Donde está la botella de vidrio—pensó en voz alta, sin querer, ni se dio cuenta de que lo habían oído y ahora toda la atención de los presentes era para él; por andar mirando con frustración al suelo.

—¿De qué hablas, Mikes?

—¿Eh?

—Pete lo dice porque, preguntaste dónde estaba la botella de vidrio.

Mikey se preguntó mentalmente en qué momento le preguntó a Patrick qué es lo que había dicho Pete, o cuándo él había adquirido un traductor para sus pensamientos.

Se dio cuenta de que había pensado en voz alta.

Estaba por volverse loco, y cometer una locura. Tendría que llevar su mal humor a otro lado, con urgencia.

—Estaba pensando en voz alta—confesó, pero agregó—: Es que, en mi casa estaba decorando una botella de vidrio que pensaba regalarle a mi mamá como florero, pero no la encuentro, a lo mejor Gerard la tiró. Será mejor que vaya a buscarla. Ahora.

Y se levantó sin decir más.

¿Irse de forma dramática? Digno de Michael Way.

Estaba por llegar a la puerta, pero Pete lo detuvo. Vaya, no se la esperaba. Eso sí, en la que empezara a salpicarle baba al hablar, correría. Pete siempre escupía sin querer al hablar en ciertas ocasiones, y casi nunca le molestaba a Mikey. Pero si lo hacía ahora, pensó en la posibilidad de saliva de Patrick en su rostro o lentes y... Qué horror.

—¿Florero? ¿De verdad? Es que no te la creo, Mikey.

—Lo digo de verdad, ¿por qué otra razón me iría? Tengo cosas que hacer.

—¿Sucede algo más? Somos amigos, sabes que puedes contarme lo que sea. ¿O es que ya tienes a otro en quién confiar?

Michael lo quedó mirando, casi sin poder creerlo. Estaba por explotar sobre Peter, vaya que lo sentía. No pudo evitar entornar un poco los párpados en su dirección por un segundo.

—¿Como lo haz hecho tú? No lo creo.

Y esta vez si se fue, casi volando. Correría en su lugar, pero temía caer y lastimarse superficialmente. Creía que con lo que sentía internamente, era suficiente.

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¿les gusta que meta esta mini historia en la novela? ¿o les molesta estos extra que no tienen nada que ver?

Mi nombre es Frank » Frerard [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora