Mi nombre es Frank » Frerard [✔]

extra tres. «Madre mía, Kristin»

—Pete no me gusta—se dijo a sí mismo Mikey después de media hora de estar pensándolo.

Bueno, al menos se sentía bien con sigo mismo después de aquella conclusión.

—Bueno, sí me gusta—le contradijo al techo que miraba, acostado en su cama con los brazos detrás de su cabeza.

Soltó un fuerte suspiro y con una de sus manos se masajeó la sien.

—Pero no quiero ser su pareja, así que... Eso. Estoy celoso sin motivo de una persona con la que no me veo ni en la esquina, además, que tiene intenciones amorosas con otra persona que no soy yo.

Asintió y se levantó de su cama para irse a la cocina a comer algo, los fines de semana se la pasaba bastante aburrido, pero qué más le daba.

Su celular comenzó a sonar en su bolsillo, antes de atenderlo sacó un muffin de la heladera.

Era Kristin la que llamaba.

—Kristin, de verdad estoy muy feliz que hayas llamado—dijo Michael al contestar, sin una pizca de felicidad verdadera en su voz—. Justo tenía que decirte algo.

—¿De verdad? ¿Quieres que vaya?

—Claro, ¿en cuant...?

—Abre—interrumpió.

—¿Qué?

—Abre la puerta, estoy afuera ahora.

—Ah, okay—contestó y fue abrir, extrañado.

***

—¿Entonces por qué le dijiste eso a Pete? De verdad se sintió muy mal.

—Era la idea—se hundió de hombros, sin demostrar arrepentimiento y tomó de su lata de gaseosa.

La chica rubia lo imitó, soltando un suave hum de sus labios y siguió hojeando la revista. Aquello hizo que Michael la observara por varios segundos.

Se fijó en la forma de su nariz, la curva de sus labios, su piel blanca y la forma en la que su cabello dorado caía por su cara. Se preguntó si le molestaría.

—¿A caso eres familiar de Barbie o qué Kristin?—le preguntó espontáneamente, mientras le quitaba el cabello de la cara.

—¿Qué? ¿Por qué lo dices?

—Te pareces a ella—respondió Mikey.

—No sé cómo tomarlo, pero digamos que está bien.

—Claro que está bien—se volvió a hundir de hombros y quitó la vista de ella, llevándola al libro de Ciencias en sus manos, donde no permaneció mucho ya que volvió a observarla de nuevo.

Y ella se dio cuenta.

—¿Y... Dónde está Frankie?—preguntó para sacar tema, y lo incómoda que se sentía ante la neutral mirada de Michael.

—No lo sé, tampoco sé dónde está mi hermano. No sé dónde están muchas cosas, pero qué más da.

—Wow, divinura del cielo—exclamó ante la pila de papeles en sus manos. Mikey se acercó a ella para ver por la curiosidad, encontrándose con la fotografía de una chica—. ¿Qué? Es mi actriz favorita.

Mikey observó la foto y luego a ella, para luego decir:

—Tú eres más bonita.

—¿Eh? ¡Claro que no, Michael!

—Tú sabes que la mentira me da pereza, Kristin.

—¡Pero ella...!—sorpresivamente y en cuestión de décimas, los labios de Michael se encontraban sobre los de la rubia.

Michael, además de ser un chico considerado raro, también era arriesgado y espontáneo. Por eso, se encontraba, en ese preciso momento, besando a su amiga rubia y quitándose la duda de paso.

—¡Madre mía, Kristin!—dijo él—. Me gustó. ¿Puedo volver a intentarlo?

—Este... Bueno, está bien.

Se besaron dos, tres y muchas más veces y la reacción de Mikey seguía siendo la misma, abría los ojos por la sorpresa que le generaba aquello.

—Pero si yo ya no entendí nada—dijo después ella—. ¿No te gustaba Pete? ¿No eras gay? ¿No eras una planta?

—No sé. Solo... Estoy viendo. Me gustas, también. Pero, no como Pete, ¿me entiendes?

—Oh, bueno, supongo que está bien. ¿Pero ahora con quien te emparejaré?

—Conmigo—Respondió Mikey.

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Porque no todo en la vida son relaciones gays, por desgracia.

En fin, tengo una nueva historia Kellic/Frerard llamada "la casa de los gays" y a esta sí que no la borro, i promise.

Soooo, si quieren leerla, estaría muy feliz ahre