Gerard despertó ante la molestia en su cuello y lo incomodidad que la dureza del sillón le provocaba. Se frotó los ojos y lo primero que vio fue la puerta de entrada medio abierta.
«Maldito Mikey», pensó cuando lo primero que se le vino a la cabeza fue que el responsable de aquello era su hermano al irse al colegio.
«Pero si hoy es domingo, y rara vez Mikey sale» razonó después.
Se levantó y con un sentimiento de extrañeza cerró la puerta. Luego comprobó que efectivamente su hermano seguía durmiendo, entonces pensó lo peor cuando el baño estaba desocupado.
—¿Frank?—preguntó fuerte desde el pasillo, la única repuesta fue su propio eco.
Comenzó a buscarlo por todos los ambientes del lugar, tampoco era como si su departamento fuera tan grande. Sabía, entendía perfecto qué estaba pasando. Más no lo quería aceptar.
Frankie... No estaba.
Evidentemente él se había ido, pero, ¿dónde y cómo?
El mayor se tomó la frente con una mano y soltó un sonoro bufido lleno de frustración. No, simplemente no podía estar pasando. Un sentimiento sobre protector se encendió en él acompañado de angustia y auto-regaño.
Rápidamente tomó las llaves y algo de dinero. Mikey se le vino a la cabeza, no es como si él también se le fuera a escapar, pero en ese momento temía de todo lo que estuviera bajo su responsabilidad.
«Hay muffins en la heladera, que se arregle» y salió del departamento.
***
No habían muchos lugares a los que buscar y Gerard había agotado todos los disponibles. Él no estaba en ninguno.Ray, al enterarse, no reaccionó de la manera en la que creía que lo haría cuando fue a buscarlo a su casa. Los nervios le habían hecho olvidar por un momento la pacífica—extraña—personalidad de su amigo.
En su lugar le ofreció recorrer la ciudad en su auto aunque Natalia saliera un poco afectada. Pero, era un niño, era el pequeño y adorable Frank.
—Solo espero que no le haya ocurrido nada— mencionó Gerard en el asiento de copiloto mientras miraba con atención las calles.
—Tranquilo, estoy seguro que no le pasó nada.
Nada.
Esa era la respuesta a todo en ese momento, en esa situación. No sabían nada del niño, no veían nada en el camino, no ocurría nada.
—¿Si vamos a la comisaría?
—¿Hablas en serio, Gerard? No puedes. Si no te sirvieron para encontrar su hogar, tampoco te servirán para encontrarlo a él. Además, te traería muchos problemas.
Gerard asintió, cansado. Ese día había faltado al trabajo, aunque esa no era su mayor preocupación.
—Es mi culpa—confesó—. Yo lo asusté, no lo sé. Pero es mi culpa. Tuve que haberle dicho que me quedaría con él y hacerlo así—miró la ventana por milésima vez—¿Dónde estás, Frankie? Te juro, amigo, que si lo encontramos no lo dejaré ir nunca más.
—Ya... Ya aparecerá, amigo. Ten calma.
La noche cayó y Frank no apareció. De hecho, nunca lo hizo en días y semanas. Él había desaparecido como humo en el aire.
Gerard, con ayuda de su pesimismo natural, comenzó a creer con mucho dolor que jamás volvería a verlo.
Se sentía culpable. Demasiado.
Más su fuerte deseo de volverlo a ver y lo mucho que lo extrañaba, no hizo aparecer a Frankie de vuelta.
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Mi nombre es Frank » Frerard [✔]
FanficY lo único que sabía del niño de la tienda era su nombre, de allí en más no había nada que contar. El niño no recordaba, estaba lleno de misterios y ciertamente Gerard había desarrollado una gran curiosidad por ellos.