11: feliz cumpleaños, Frank Iero

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24 años.

¿Cómo es que las personas podían estar felices de llegar a esa etapa en la vida donde te empujan a cargar obligaciones y los años no hacen más que pasar a modo de carrera?

Ya no era divertido.

Para celebrar, Frank tomó hasta quedar, como él lo dijo, hasta los quesos. Tal vez eso le haría olvidarse de que, desafortunadamente, ya era todo un maldito adulto.

—Ahggg, ¡qué asco!—se quejó de nuevo y se empinó la botella en sus labios. El fuerte líquido enseguida calentó su interior, después de hacerlo tantas veces hasta se llegaba a sentir bien.

No pudo evitar recordar con mucha melancolía su niñez, en donde él vivía esa maravillosa etapa en la que en ese momento rogaba por volver.

Lo más cercano que podía recordar con claridad eran sus ocho años de vida, tercer grado, Nueva Jersey, y la vida pasando a gusto de su imaginación.

La primaria. ¡Definitivamente quería volver!

Era todo tan fácil para aquél entonces, tenía tan buenos recuerdos de eso, los juegos y ese niñito regordete de ojos lindos que no lo abandonó hasta que él mismo lo hizo al mudarse y no lo vio jamás.

—Jamás de los jamases—se dijo a sí mismo, con un tono ya medio tambaleante.

La vida se veía tan linda cuando, al no tener obligaciones ni preocupaciones, solo veía a aquél niñito.

Su adultez y su creciente depresión acompañado de su sentimiento de soledad, no le ayudaba para nada. Su nueva ciudad y su desierto departamento apestaban. ¡Todo apestaba!

Recordó el pastel guardado en su heladera exclusivamente para ese día, antes su madre se lo preparaba, ahora él mismo debía comprarlo.

No era la gran cosa, pero tenía la dulzura momentánea asegurada. Necesitaba un poco de eso, dulzura, porque él estaba ya demasiado amargado.

La colocó en la mesa, miró su vacío alrededor y procedió con prender una única vela sobre la crema.

«Qué deprimente presente, la verdad»

—Feliz cumpleaños, Frank Iero—dijo, mirando la vela en llamas—, pedazo de inútil bueno para nada. Oh, ¿un deseo?—fingió que le preguntaron—. Volver a ser niño, al menos por unos días, saborear la dulce y maravillosa infancia una vez más. Maldita sea.

Sopló, matando el fuego en la ahora negra mecha que sobresalía de la cera.

Y se desplomó en el piso, la cantidad de alcohol en su cuerpo se había encargado de aquello: Hacerlo dormir, para que de una buena vez se dejara de molestar. Como tantas veces había hecho.

****


Se tomó la cabeza ante la sensación de bombeo que tuvo al instante de abrir sus ojos, seguía en el piso donde probablemente había dormido toda la noche.

Todo seguía como lo había dejado, a excepción de su pastel, que estaba siendo devorado por Mocoso—su cachorro así se llamaba.

Se sentó en el frío piso y, como suele suceder casi siempre, le vinieron veloces flashes sobre lo que había soñado mientras durmió. No lo recordaba todo exactamente, pero tenía la idea de que trató.

Él era un niño de nuevo, como deseaba. Y un hombre, muy apuesto se permitió agregar, lo rescataba de estar solo. Lo quería mucho, a pesar de ya estar despierto todo se había sentido tan real que aquél sentimiento había traspado increiblemente la realidad de tal modo de hacerlo suspirar. Se sentía cálido aún, como si sus pálidos brazos aún lo rodearan y su voz aún llenara el silencio en sus oídos.
Saliendo de todo aquello, ahí se encontraba él de nuevo. Tirado en el suelo de su casa, he ahí la realidad. ¡Bum!

Se levantó y se puso en campaña para sacar su trasero fuera y comprar lo que comería, siendo un adulto también tenía que hacer eso.
Ya fuera, se encaminó hacia un mercaducho que tenía lo esencial pero quedaba cerca de su casa.

Aunque, conociéndose, al igual que en el sueño se quedaría tomando los irresistibles jugos de allí. Un secreto sobre Frank era que, elegía ir ahí porque era cerca y le encantaban esos jugos.

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¡holaaaaa!
La verdad era que tenía planeado dejarlxs con la intriga un par de días más, pero no es algo que yo soportaría so.... Acá está, jaja

Eso sí, el cap que viene ya es el último.

Mi nombre es Frank » Frerard [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora