Columpio

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—¿Qué es lo que acabas de hacer? —dijo Simon alzando la voz con enfado, apretando los puños a cada lado de su cuerpo

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—¿Qué es lo que acabas de hacer? —dijo Simon alzando la voz con enfado, apretando los puños a cada lado de su cuerpo.

—Lo que viste Snow —replicó Baz con una sonrisa burlona—. ¿O acaso es que no vez?

Estaban en el comedor, Simon se había levantado de su lugar para ir por el último bollo de cereza que había en la gran charola del comedor. Baz por lo tanto al ver a donde se dirigía Simon, caminó con paso veloz hacia el lugar donde se encontraban estos bocadillos tan solo con el afán de comer el último de estos bollos y sacar al rubio de sus casillas.

Todos miraban la escena desde sus lugares, sabían que cosas como esas entre Simon y Baz siempre pasaban, pero nunca se cansaban de ver sus peleas porque en cada pelea uno de los dos armaba un drama total.

—¡Ni siquiera te gustan! —gritó Simon. Se acercó a Baz y lo tomó de la camisa—. Tú sabías que era el último, y que yo iba por él —dijo apretando los dientes—. Solo lo haces para molestarme. ¿No es así?

—¿Para qué más querría comérmelo Snow? -soltó Baz sonriendo de lado a lado.

—Cruzaste la línea, Basilton.

Justo después de decir eso Simon trató de golpear a Baz, pero éste fue más rápido, empujó al rubio tirándole al suelo.

Mientras Simon se levantaba, Baz salió corriendo del comedor directo al patio, sabiendo que si lo alcanzaba seguro iba a recibir un golpe.

—Ven acá —gritaba Simon.

Uno corría tras de otro por los jardines de Watford.

Baz se desvió y llego a la antigua guardería, fuera de ella había varios juegos para niños, resbaladillas, columpios, sube y bajas y otros juegos. Era un lugar hermoso donde el césped verde y las hermosas flores de colores resaltaban más que en los otros jardines de Watford.

Sin pensarlo dos veces Baz se subió a un columpio, poniendo los pies en el asiento, agarrándose de las orillas de éste.

Observo como Simon se acercaba enfurecido hasta él, entonces comenzó a abalanzarse de atrás para adelante.

—Para esa cosa, Basil —dijo frunciendo el ceño.

—No.

—Me las vas a pagar por haberte comido mi bollo.

—No vi que tuviera nombre —contestó ladino. Seguía moviéndose al compás del columpio.

—Como serás idiota —replicó Simon—. Era obvio que cuando me levanté para acercarme a la charola iba por él.

—No era de tu propiedad de todos modos —aunque Baz tuviera una expresión de ironía, la verdad era que estaba encantado con la escena que le estaba dando Simon. Sus mejillas rojas como las mismas cerezas, sus ojos brillando de la furia y sus cejas fruncidas lo hacía ver realmente hermoso.

SNOWBAZ  One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora