15 La traición

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Habíamos llegado, a lo que seria el ducado de Avalor. Es un lugar sin duda bastante cuidado, aunque en cierta forma, no tiene el ambiente tan agradable y hogareño como en Myriad. Pero eso no hace perder la emoción de estar en un lugar nuevo, en lo que nos dirijamos al castillo, miraba entretenida y maravillada todo mi alrededor, me recuerda a la primera vez que estuve en Myriad,: Llena de curiosidad. Sin embargo, nos atrasamos poco más de lo que debíamos en llegar, así que no tenia tiempo para explorar el ducado, además que no iba a separarme de Abril en ningún momento, así que tan pronto nos adentramos al lugar nos encaminamos directas al castillo, fue entonces en el camino cuando me percaté de la forma elegante en la que Abril caminaba, con la cabeza alta, pasos seguros, que manifestaban elegancia y superioridad, en mi reino yo no cuidaba esa clase de detalles, además, ¿quién rayos va a fijarse en la forma de caminar de las personas?... oh, pues yo.

Después de varios minutos, finalmente llegamos al "castillo", pues en realidad es como una mansión muy grande. Tuvimos entonces unos problemillas al intentar entrar a la residencia de ese tal... duque Arnaldo o como se llame. Pues claro que quien nos cree que Abril es una princesa con su ropa tan andrajosa y sucia.

- ¡le digo que sí soy la princesa de Myriad! - bramó por quinceava vez Abril a los guardias

- seguro, con esas vestimentas. Váyanse de aquí sino quieren ser encarceladas - dijo un guardia tomando a Abril de un brazo de una forma no muy delicada. Esto me enfureció y de inmediato aparté su mano de Abril, y desenvainando mi espada amenazando al hombre en el acto, el otro guardia al ver mi acción desenvainó igualmente su espada y me amenazó igual a mí. Más ni me inmuté. Y completamente en furia...

- escúcheme bien, guardia bueno para nada. Ya estoy cansada de esto, como Abril le ha dicho ya muchas veces ella es la princesa de Myriad heredera al trono y yo soy su guardia real, el duque nos dio asilo aquí por ese asqueroso gremio que nos asecha todo el tiempo por supuesto en el camino pasamos por un montón de cosas desafortunadas, ¡estuvimos en peligro múltiples veces y lo único en lo que nos preocupamos es en como demonios nos vestimos!, así que nos dejará entrar, o le juro que yo... - No pude terminar mi amenaza de muerte cuando una voz bastante irritante me interrumpió

- Wow, Su alteza, usted tiene a un guardia real con la lengua bastante afilada, y también con muchas agallas como para enfrentarse a mis guardias - no sabia quien rayos dijo eso, pero era uno más a la lista de personas que me tenia que cargar. Todos ahí volteamos hacia el dueño de aquella voz. Mostrándose frente a nosotros un hombre de al menos veintitantos años, de cabello pelinegro corto y bien peinado, tez blanca, ojos cafés y vestimentas ostentosas. Miraba autoritario hacia nosotros. Los primeros en reaccionar fueron los guardias que de inmediato hicieron una reverencia

.- Mi señor, no sabia que ya había vuelto de la cacería - dijo uno de ellos

- bueno, pues ya me vez ahora - - Abril, mis más grandes condolencias por el comportamiento de mis guardias, entiendo que debieron de haber tenido un viaje muy desafortunado, acompáñeme por favor - con un gesto suyo, los guardias abrieron las rejas para dejarnos entrar ¡al fin!. Empezamos a caminar en silencio, entonces vi como el hombre me miró por el rabillo del ojo y puedo jurar que vi algo de disgusto en su expresión. Arnold se paró un momento de su caminar.

- Abril, ¿es necesario que su guardia real nos siga? - preguntó Arnold sin preocuparse por nada en sí lo escuchaba o no. ¡Pero que demonios le pasa...!. Abril me miró por unos momentos en los que aproveché para hacer notar mi gran descontento por el comentario del duque.

- Si, es mi fiel guardia real, y no solo eso sino también mi mejor amiga, así que si no es mucho pedir me gustaría le diera poco más de respeto - reprochó manteniendo su tranquila pero autoritaria voz, Já, toma esa!.

La Travesía de NaiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora