La Travesía de Naiara

17 Volver a Empezar

Habia pasado algo así como una semana desde que me fui del reino, no lo sé, el tiempo me parece pasar muy rápido. Se qué para mis amigos no les parecerá mi marchar, pero sé que es lo mejor, no podía quedarme, todo el castillo, el reino, cada lugar de ahí me recordaba el lúgubre momento de la muerte del rey, mi mente me atormentaba pasando las mismas imágenes una y otra vez, simplemente horrible, el aire fresco, los nuevos paisajes que admiro, los animales pacíficos, el cielo despejado con el sol en su esplendor, todo esto; despejan mis pensamientos negativos, sin duda un tratamiento psicológico que recomiendo.

Caminaba por un extenso valle verde, con el cielo despejado, el sol resplandeciente y una fresca brisa, me acerqué a un árbol y me recosté al pie de este, necesitaba descansar. Al cabo de unos minutos proseguí a andar sin rumbo alguno, esta ha sido últimamente mi rutina todos los días, algo aburrido pero relajante.

Cansada de tanto caminar y caminar por alrededor de dos horas seguidas me disponía nuevamente a descansar bajo la sombra de un árbol, cuando estaba a punto de sentarme, alcancé entonces a divisar a lo lejos; bajando la montaña, un pequeño pueblo. Recobrando fuerzas me encamine a este; Después de una semana en soledad (aunque una pacifica soledad) me sentaría bien ver a otras personas y tal vez comprar provisiones. Quien sabe cuando me cruzaré con otro pueblo y las provisiones que tengo me alcanzan para al menos una semana, si las raciono bien, y en cada día no es que vaya a poder comer mucho.

Me adentré al pueblo. Este, a diferencia de otros en los que la gente se movía agilmente y veloz de aquí para allá apurados escabulléndose entre la multitud, aquí al contrario no habían muchas personas en la calle, era un pueblo bastante pequeño y se veía tranquilo, apenas había uno que otro puesto y la mayoría de edificios ahí eran las casas de los hogareños, según vi se sustentan más en la agricultura que en el comercio, ya que alrededor del pueblo habían pequeños campos de cultivo, no vi bien que cultivaban pero sus cosechas se veían abundantes. Recorrí un poco más el lugar, pero decidí no entretenerme e ir de una vez al primer mercado que encontré

- Buenos días jovencita, ¿qué se le ofrece hoy? - Dijo el dependiente amablemente al ver como me acercaba a su puesto.

- Ahm.. Bueno, quiero dos hogazas de pan - pedí.

- Claro, son doce eslotis - informó el dependiente

- Tenga - le dí lo el dinero que pedía y me entregó las hogazas de pan, que enseguida guardé en mi pequeña bolsa que traía que apenas y podía cargar con los susodichos panes. Me daba media vuelta para proseguir con mi camino cuando me cruzo con una discusión; al otro lado de la calle se encontraba una herrería donde una chica más o menos de mi edad discutía algo con el herrero que desde mi distancia no alcanzaba a escuchar. Me los quedé viendo con curiosidad, debatiendo entre acercarme a oír o simplemente largarme de ahí, pero por mi mera curiosidad opté por acercarme disimuladamente.

Me acercaba poco a poco fingiendo que el cielo y el suelo eran muy interesantes, cuando estuve frente a la herrería mire las armas con un ya no muy fingido interés, ahí vendían todo tipo de arma que te puedas imaginar. Sin despegar mi vista de las armas escuchaba atenta como toda una metiche la discusión.

- ¿¡42 eslotis solo por un hacha!? - exclamó la chica, lo que me recordó a mi primera vez en Myriad cuando quería comprar un simple pan bastante caro.

- Lo siento mucho señorita, tengo problemas de oferta y demanda - excusó el hombre tratando de calmar a la histérica chica

- ¿¡Y cree que me importa su problema de oferta y demanda!? -

- Señorita por favor cálmese... -

- No tengo por qué hacer lo que dice, estoy completamente en calma - interrumpió la mujer con un tono que decía completamente lo contrario. El hombre gruño empezando a enfadarse