Del violín salían las notas que he de tocar, todas iguales a la partitura sin fallas, llenando la sala que me rodea de melodía. La sala de música de mi casa, la que tiene las paredes con un tapiz floreado, una gran ventana que da al jardín y sillones azules pegados en las paredes. En medio de la sala está lo que fue el tesoro más preciado de mi madre: un piano de cola negro.
Cuando estoy aquí solo me enfoco en una cosa la partitura y el violín, sin embargo esta vez no puedo centrarme nada.
Un periódico doblado me golpea en la cabeza. Bajo el violín de mi hombro y alzó la mirada.
- Afuro - dice mi padre Sarutobi un hombre alto de ojos negros calculadores, piel morena, cabello marrón y barba con algunas canas.
- ¿Si?-
- Concéntrate - dice simplemente para irse a sentar en el sillón del salón de música y abre el periódico.
- Me disculpo - pero no toco haciendo que mi padre levante la vista del periódico que leía.
- ¿Pasa algo?-
- Solo me preguntaba...- muerdo mi labio dudando - ¿Qué es la música?- enmarca una ceja.
- Es el conjunto de sonidos melodiosos o agradables producidos por un instrumento -
- ¿Solo eso?-
- ¿Qué piensas tú que es? - - La música es lo que el músico haga de ella, un sentimiento, la for... -
- Esa afirmación es ridícula. La música no es un sentimiento - suspira - No digas tonterías así, toma las cosas en serio Afuro. Tú eres mi heredero, mi único heredero - miramos al retrato de mi fallecida madre, una mujer de piel vainilla como la mia, su melena dorada le llega a los hombros en esa pintura, sus ojos rojizos y su sonrisa gentil.
- Lo sé -
- Entonces has lo que debes-
Has esto... Se así... No... Si... Solo tú... Limitate a lo que se te pide... Piensa en la compañía... Nada más importa pertenecer...
Son solo palabras que se convierten en cadenas que rodean mi cuerpo, mi mente y corazón... Que hacen mi mundo gris... No quiero vivir ahí otra vez...
- Perdón, pero no puedo seguir tocando hoy. Quiero descansar -
Me mira durante un momento, analizando.
- Muy bien. Preséntate a cenar a la hora de siempre- dice y se pone a leer el periódico otra vez.
~*~
Camino por la ca... A quien engaño, es una mansión de tres pisos y más habitaciones de las necesarias y un jardín tan enorme que ni al caso describirlo ahora.
Mis pensamientos iban a la pizzería, horas antes donde me divertí mucho con Atsuya, Hiroto y Midorikawa, son unos locos y escandalosos pero son las personas más reales que he conocido jamás en la vida.
- ¿Qué pasa?- dice Mitsuha, una mujer del servicio la más joven - joven Terumi, no es normal verlo sonreír- dice la muchacha de pelo negro amarrado en un moño y ojos café claro mirándome son una sonrisa.
- ¿Ah si?-
- Aunque llevo poco trabajando aquí - dice con las manos entrelazadas en su regazo mirándome - sé que no acostumbra a sonreír, por lo cual me alegro de que algo realmente bueno le pasase hoy en la escuela para que sonría así - de repente se pone roja - D-disculpeme la insolencia de hablar así con usted con tanta confianza -
- No, está bien. Me alegra hablar contigo así - la tranquilizó, ella asiente y se excusa para volver a hacer sus deberes.
Seguí caminando hasta llegar a mi habitación.
Es grande de color azul cielo, tengo un balcón donde hay flores crisantemos, a diferencia del resto de las flores que hay en el jardín, estas son cuidadas por mi.
Mi cama está en medio de la habitación y a cada lado un buró con su lámpara. En el frente de la cama está mi escritorio color chocolate y sobre este están las repisas de con varios libros, todos de la escuela o de música, y alguna que otra una novela o cuento clásico.
Me recuesto en la cama, cierro los ojos y pongo un brazo sobre ellos, me concentro en aquel primer regalo que me concedió Atsuya: su música, la que hace con su guitarra tan suave, pura y colorida que hacen mi corazón latir de alegría y caminar en un sueño infinito.
Mi celular suena en la mochila que está sobre el escritorio, voy por el y contesto sin mirar de quién se trata.
- ¿Si?- respondo serio como de costumbre.
- ¿Qué pasa con ese tono tan serio y distante?- pregunta Atsuya a modo de queja.
- Perdón, no me fije que eras tú - olvide que nos pasamos los números celulares cuando nos despedimos.
- Déjame informarte que tienes el honor de hablar con el gran Atsuya Fubuki- dice con orgullo.
- ¿Y qué se le ofrece al gran Atsuya esta tarde? - digo con un tono un poco mas alegre.
- Ese tono me gusta más - puedo oir su sonrisa atraves de la línea - Olvidé preguntarte: ¿Entendiste lo qué es la música?-
Ese sentir no lo olvidare tan fácil.
- Si, lo entendí - susurro.
- Que bien - susurra feliz - No lo olvides y toca para mi un día de estos -
- Lo prometo - susurro, preguntándome si podré hacer lo mismo alguna vez, si podré llegar a él como él llegó a mi.
