Capítulo I

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Se qué debería estar actualizando pero estoy pasando los fics que tengo en AY a wattpad... Así que no me maten, e igual los corregí, son mejores (?) la letra cursiva son los pensamientos...

Una joven niña de 14 años lloraba desconsolada pues estaba entremedio de los cuerpos inertes de sus amados padres, los cuales abrazaba y pegaba contra su cuerpo, queriendo que despertaran sin tener éxito, los gigantes de hielo habían atacado a Asg...

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Una joven niña de 14 años lloraba desconsolada pues estaba entremedio de los cuerpos inertes de sus amados padres, los cuales abrazaba y pegaba contra su cuerpo, queriendo que despertaran sin tener éxito, los gigantes de hielo habían atacado a Asgard y los habían matado frente a sus propios ojos sin poder hacer nada para evitarlo mientras la protegían con todas sus fuerzas, con sus propias vidas, con una fuerza que desconocían tan poderosa que no habían logrado prever y como consecuencia, todos estaban muertos...

―Vamos niña, vas a morir igual que ellos―le dijo uno malignamente

― ¿Por qué mataron a madre y a padre? ―mirándolos con desprecio― ¿no habían hecho un trato ya hace varios siglos con ustedes? ―con los ojos rojos de tanto llorar

―Así era... Les dijimos que cuando tuvieran a su primer hijo deberían de dárnoslo pero hicieron caso omiso y he aquí las consecuencias―cargándola y poniendo una daga de hielo en su cuello

―Esperen un momento―habló solemnemente un gigante más

―Laufey... ―dijo quedamente la niña, reconociendo la voz incluso aun sin ver la imponente figura del que debería ser su abuelo

―Con que tú eres mi nieta... Kida...―dijo tomándola ahora él por el cuello, con su tacto congelante volviendo la piel ajena de un suave azul

― ¿Cómo pudiste...? ¡Él era tu hijo y lo mandaste matar! ―habló muy enojada la ojiazul

―No tienes ningún derecho de hablarme así, niña tonta―apretó más fuerte su cuello escuchando un ahogado quejido―por tu culpa están muertos―

―Lo sé―sonrió, sabía que buscaba hacerle sentir mal, su madre se lo dijo hace tiempo atrás―pero ellos escogieron eso en vez de entregarme... Fue su culpa yo no los obligué a nada―a pesar de dificultársele hablar, trataba de hacer creer que no le importaba cuando por dentro, sabía que todo era culpa suya

― ¿Sabes porque te queremos? ―habló lanzándola hacia una viga del, ahora, destruido castillo Asgardiano

―Madre... jamás me lo dijo, me hacía estudiar la magia que el poseía para hacerme una gran hechicera como él e incluso más si fuera posible y padre, se ocupaba de entrenarme, hacerme fuerte y resistente como lo era, un ser poderoso tanto en magia como en fuerza también, dijeron que algo como esto pasaría, pero no dijeron más―levantándose y limpiándose la sangre que salía de su labio inferior e ignorando el dolor en su espalda, tratando de mostrarse fuerte e imperturbable

―Es porque eres una niña especial―va donde ella una vez más a paso lento―quien te posea será el ser más poderoso de los Nueve Reinos―le acaricia la mejilla y esta se volvió azul de nueva cuenta―una hermosa niña Jötun, hija de tus padres―

―Quita tu asquerosa mano de mí, bastardo―quitó la mano ajena con un manotazo fuerte haciendo que la alejara―jamás lo lograras, porque no lo permitiré―dijo con mirada retadora

―Muy bien―se levantó no sin antes darle una fuerte bofetada que la tiró al suelo por segunda ocasión―tú lo quisiste así... Es una lástima, yo no quería llegar a esto... Pero te atendrás a las consecuencias, querida mía―chasqueando sus dedos llamó a cinco guerreros―ya saben qué hacer, muchachos―

Los guerreros Jötun la tomaron de las muñecas y de los hombros el frío la hizo convertirse en una Jötun completamente, de ojos azules como los de su padre, pelo lacio y oscuro como el de su madre, Laufey la miro y se relamió los labios... "Una hermosa mitad Jötun con más poder que sus padres juntos, con más magia que mi lindo hijo, Loki, la elegida...", pensó feliz de poder tener a la niña de las profecías, la llevaron a su reino en Jötunheim.

La golpearon tantas veces entre los cinco durante días, hasta casi matarla pero ella siendo tan poderosa como su padre y con el doble de orgullo y voluntad opuso una enorme resistencia y dejo a más de uno con los huesos rotos en una profunda agonía, llegó Laufey al quinto día triunfante ya que la vio jadeando con algunas costillas rotas sin poderse mover, a su completa merced, o eso creía... Ella sabía lo que le pasaría si se quedaba así que tomó la mejor decisión a pesar de estar prohibido pero era necesario para evitar la catástrofe...

"Las nornas no tejerán mi destino... Ya no... Lo cambiaré"

―Te lo dije―levantó con dificultad su brazo ya que lo tenía roto pero no tenía opción―no permitiré que me toques, maldito―y en ese momento se escuchó un gran estruendo de rayos y truenos haciendo llegar al Mjölnir que tomó en su mano, con una fuerza avasalladora que provocó que Laufey casi callera al piso―jamás tendrás mi poder... yo me largo―dijo con una sonrisa torcida y recitando un hechizo se fue con un rayo impactando justo donde ella se encontraba, desapareciendo del lugar y quedando solo humo

― ¡Maldición! ―se quejó el rey de hielo sumamente molesto―debí esforzarme más para mantenerla a raya... ―gruñó fuertemente

Laufey siguió lamentándose mientras en otro lugar la niña, en su forma normal de asgardiana reapareció con un rayo destellante en un claro, se tocó sus costillas y podía sentir más de 3 rotas y luego su hombro derecho, donde sabía estaba fracturado y se quedó un rato mirando el cielo qué comenzaba a oscurecerse por las nubes negras qué había, no pudo aguantar más el dolor qué sentía a pesar de estar acostumbrada a ello gracias a los duros entrenamientos con su padre, se tomó la cabeza con la mano que aun podía mover, ya que sentía una terrible punzada en esa parte y se desmayó, pero antes logro ver una figura delgada de cabello tan negro como la noche, de ojos verdes cual esmeraldas preciosas resplandecientes, se notaba angustiado y hasta cierto punto temeroso, con una túnica negra con verde, con detalles dorados bordados.

―Madre...―dijo para sí misma, perdiendo el conocimiento por el dolor a los segundos

―Oh no, esto es terrible...―habló Heimdall desde su sitio junto al Bifröst con sus ojos dorados clavados en el horizonte―se aproxima una gran tormenta para el reino, espero todo tenga arreglo―dijo viendo hacia la Ciudad Dorada, donde unas nubes de tormenta se asentaban ahí, sin parecer querer moverse del lugar, y lo que había visto...

Aquello que no debía verse, aquello que no debía romperse por ninguna razón en el mundo...

La desgracia caería sobre el Reino...

La desgracia caería sobre el Reino

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La Elegida (Thorki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora