Capítulo II

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Loki paseaba por el castillo algo molesto porque siempre lo excluían de los asuntos reales cuando tenía el mismo derecho que estar ahí como los demás consejeros, andaba tan concentrado en su propio mundo, maldiciendo personas hasta que escuchó un ...

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Loki paseaba por el castillo algo molesto porque siempre lo excluían de los asuntos reales cuando tenía el mismo derecho que estar ahí como los demás consejeros, andaba tan concentrado en su propio mundo, maldiciendo personas hasta que escuchó un estruendoso sonido, luego sintió un temblor en la tierra y fue a donde se originó, reconocería aquello en cualquier sitio de los Nueve Reinos: la venida de Thor.

Pero cuando llegó al lugar esperando ver a su amado, vio a una joven niña con el martillo de su hermano junto a ella, se estremeció sorprendí y sin comprender pero fue hacia ella con lentitud por sí se trataba de algún hechizo y vio que estaba muy herida, haciendo que se tranquilizara de cierta forma, la tomó con sumo cuidado por lo sucedido para no lastimarla más de lo que ya estaba aunque era complicado, tampoco quería que vinieran por ella pues el martillo sin duda llamaría demasiado la atención, fue donde los senadores para que la ayudaran no sin antes ocultar con un hechizo el martillo, haciendo crecer un arbusto para cubrirlo sabiendo que no podrían levantarlo y no sería visto.

Se quedó con ella ya que sentía que debía protegerla y cuidarla hasta que despertó después de unas cuantas horas, él leía un libro cuando eso ocurrió, ambos se asustaron al verse tan de repente pero se quedaron mirando durante un largo rato, luego ella rompió en llanto inexplicablemente que por alguna extraña razón, un instinto de protección se apoderó de él, se acercó a ella y la abrazó dulcemente, gracias a las sanadoras sus huesos comenzaban a soldarse con cierta lentitud por lo que debía ser cuidadoso.

―Madre―decía entre sollozos bajos contra el pecho del mayor, aferrándose a las solapas del traje con la poca fuerza que aún le quedaba, ambos tenían cierto parecido

―Calma, niña―susurraba tratando de tranquilizarla, acariciando sus oscuros cabellos con un deje de cariño, suponiendo que llamaba a su madre y no que se refería a él

― ¿Qué está pasando aquí? ― gruñó el ojiazul hermano al entrar como una tromba a la habitación, obteniendo una mirada fulminante por parte de su novio

― ¿Quién eres tú? ―exigió ella cubriendo al pelinegro, en un instinto de protección pero luego se dio cuenta de algo bastante obvio, su debilidad mental era bastante grande

―Lo mismo digo yo―exclamó enojado, nadie podía tocar a su Loki, solo él y su madre, gruñía como bestia molesta

―Eso no te interesa...―lo fulminó con la mirada un momento, observando la mano ajena con cierta sorpresa mal disimulada― ¡eso es mío! ―señalo el Mjölnir y lo llamó, al tenerlo en su mano se percató que ese no era su martillo, se veía casi igual pero lo sentía distinto, entonces eso solo podía significar una cosa

― ¡Pero qué demonios! ―realmente sorprendido sin poder creer lo que veía, la niña lo tomaba sin esfuerzo alguno, era imposible, no había nadie más que fuese digno de tomarlo excluyendo a su propio padre― ¡se supone que sólo yo lo puedo usar! ―

La Elegida (Thorki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora