Capítulo XIII

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Y ya que tal pregunta no pudo ser respondida de manera inmediata, se comenzó una investigación para conocer tal respuesta, en tanto, la reina se mantenía prácticamente enclaustrada en su habitación debido a la preocupación extrema de toda su familia.

Kida por otro lado, se mantenía un poco alejada, preocupada por su abuela que tanto había querido en su propia línea temporal, asustada de encariñarse de más con ella (y con todos), confundirse por el cariño que comenzaba a sentir, decidida por lo que sabía tenía que hacer.

Todo eso no evitó lo inevitable.

Kida salió de su habitación cuando supo que no se encontraría con Thor o Loki merodeando, agradecía infinitamente todo lo que habían hecho por ella, pero ya no podía pedirles más pese a que ya lo había hecho, tenía que encontrar la manera de volver a casa y enfrentarse a su propio destino sin seguir embarrando de su propia mierda a los demás.

Por eso le había pedido a Odín, que le contara todo lo que sabía sobre las Nornas y sus poderes, él había accedido gustoso, aunque confundido por la petición de que nadie, especialmente Thor y Loki, supieran de esto, por lo que decidieron reunirse en aquel pasadizo especial en el que huyera con sus abuelos mientras sus padres luchaban por ella y Asgard.

Caminó casi casi de puntitas para no tener que encarar a nadie de nuevo, pero al doblar en una esquina, se encontró de frente a la reina de Asgard, lo que le hizo saltar hacia atrás, cayéndose sobre su traseros, mientras ahogaba un pequeño grito de susto, se habría dado cuenta de la sonrisa burlona en su rostro que nada tenía que ver con sus dulces y finos rasgos, que solo duró unos segundos.

—Querida ¿Qué haces por aquí?

—Yo, ah... ¿Nada? —respondió insegura

—Eres muy divertida, ¿necesitas ayuda?

—Yo...—se mantuvo callada por largos segundos, indecisa, en su sitio

—Vamos querida, soy la reina, Madre de Todo, también soy poseedora de un basto conocimiento.

—Yo... Bueno, se supone que debería reunirme con Odin...—se puso de pie ella misma, sin esperar ayuda

— ¿En la entrada al pasadizo secreto? —alzó una ceja con curiosidad

—Sí...—pero había algo en el rostro de la reina que no reconocía y veía extraño

—Me habló al respecto.

— ¿En serio? —su rostro decayó un poco, la reina sonrió levemente, haciendo que una sensación extraña se asentara en su pecho

—Tuvo que hacerlo, surgió una reunión importante entre los consejeros y ancianos a la que tenía que asistir junto a los príncipes, yo misma debería estar ahí pero me pidió el favor especial de que no te dejara sola y marchará hacia donde se reunirían para responder todas tus interrogantes.

— ¡Oh! Creí que...—se detuvo, un poco menos decepcionada e incluso más reticente a comprender el por qué—en ese caso, deberíamos ir a la entrada, alguien podría vernos por aquí.

—Tengo una mejor idea, vayamos al bosque, ahí nadie nos escuchará.

La reina no esperó a que respondiera, sino que comenzó a caminar, pasando por su lado, la joven no tuvo más remedio que seguirla pese a que no estaba convencida de la idea, pero era la reina, era su abuela y parecía estimarla ¿Por qué no debería seguirla, entonces? Tenía una extraña sensación sobre todo esto. La reina sonreía intentando no estar demasiado feliz por lo que había logrado, en vez de ir a los caballos para cabalgar hasta el lugar que la reina tenía planeado, decidió que era más conveniente caminar y que sería un ejercicio para ambas, yendo por el primer camino hacia el bosque que encontró, el que estaba conectado al Jardín Real, cosa que la niña tomó de buena manera, la caminata sería buena.

La Elegida (Thorki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora