Capítulo VII.- Torre

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-¿Hay alguna opción?- preguntó la Granger al enterarse que tendría que compartir la torre de premios anuales con el hurón albino de Malfoy.
-Lo siento Srta. Granger, pero esta terrible guerra ha terminado y me temo que el Sr. Malfoy merece tanto respeto como usted, así que...- hizo una pausa y la observó detrás de sus anteojos... -sino coopera tendré que descontarle puntos a la honorable casa de Gryffindor.-
La castaña se mantuvo callada todo el camino, no tenía la necesidad de compartir con el hurón, bien podría dormir en la torre de Gryffindor, pero no, McGonagall tenía que escogerlos a ambos para ocupar esa torre, tendría que sobrevivir.
La profesora les acompañó a su torre, era en realidad muy acogedora, tenía colores cálidos y una chimenea muy apta para los inviernos en Hogwarts, su guardián era un hombre con una armadura, parecido a Sir. Cadogan pero por mucho más cuerdo.
Les mostró la contraseña y sus respectivas habitaciones. Confiaba en que en algún momento lograran llevarse bien, así que abandonandoles a su suerte y con la advertencia de que no se matasen, a menos que por supuesto quisieran ir a Azkaban.
Al salir la profesora, Draco estaba como un loco, el olor que Hermione emanaba era fuerte y se impregnaba en sus fosas nasales con queriendo apoderarse de él, ¿por qué se habría impregnado de una sangre sucia? Ni siquiera tenía derecho de decidir si era lo que quería y peor aún, por más que lo negara era tremenda mente hermosa. Cuando se quiso abalanzar sobre ella, para fortuna había desaparecido a quién sabe donde, todo de él la reclamaba pero ¿cómo se iba a acercar a ella sin que intentase matarlo? Podría empezar por hacer las paces o como mínimo una tregua.
Cuando menos lo pensó ya tenía el cabello más plateado y largo que nunca y unos afilados colmillos habían aparecido sobre sus rosados labios. Soltó un gruñido, no se podía acercar así.

¿Sangre veela?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora