6: Pelea de Gatas.

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Probablemente yo he enloquecido por completo e imagino que una chica me persigue hasta en mi propio hogar. O... tal vez la obsesión que posee el ser humano es muy grande, porque ésta chica definitivamente está obsesionada. Por no usar otros términos.

La hubiera hechado de mi casa en un segundo si no fuera por la voz de Tiffany ¡Lo que me faltaba! Si ve a la castaña comenzara a pensar cosas.

No, peleas de gatas en mi casa no.

Tendré que tomar medidas drásticas.

Cogo de la mano a la «acosadora», y la empujo adentro del armario.

Sólo será hasta que Tiffany se vaya, luego se irá por donde vino. Y no volvera nunca, espero...

Miro a la chica alias acosadora —Si te mantienes callada, no llamaré a la policía —advierto. Es mejor prevenir, podría gritar y Tiffany podría escuchar.

Nos encontraría en el armario. Yo con una chica gritando.

Bueno, eso se puede malinterpretar de infinitas maneras posibles.

Me siento mas aliviado cuando ella asiente con la cabeza.

— ¿Dónde se metió? —la voz de mi novia se escucha desde lejos. Oh, demonios. Espero que Louis haya inventado otra excusa más, ahora no estoy tan seguro que lo del baño funcionara.

Observo a la castaña y con mi dedo índice sobre mis labios le indico que se mantenga en silencio.

— ¿Qué ocurre? —susurra ella.

Ugh ¿que parte de «mantenerse callada» no entiendes?, deseo gritarle. Sin embargo, entorno mis ojos y la fulmino con mis orbes azules.

—Cállate —murmuro para que entienda el obvio mensaje.

Ella levanta sus cejas, confundida y sorprendida a la vez.

—A mí nadie me manda a callar —contrataca. ¡Genial! ¡Asombraso! pues te amordazare si hace falta —Bueno tal vez mi madre pero la cuestión es...

—Chss —rugo, impaciente.

—No me digas «chss» a mí ¿bien?

Oh, jesús, cierra tu maldito pico.

— ¿Cómo qué está en el baño? —me tenso al escuchar a Tiffany quejarse.

Sí, la excusa del baño ya se volvió muy repetitiva. Necesito otra.

Oigo que Louis le dice algo sobre qué a veces los hombres necesitamos hacer lo que tenemos que hacer, Tiffany bufa completamente asqueada y escucho vagamente la risa de Liam.

Siguen hablando un buen tiempo, y me quedo pegado a la puerta por lo que parece siglos.

La castaña se queda callada, cosa que agradezco completamente. Si seguía hablando no me iba quedar otra opción que meterle el trapo de pisos a la boca.

Luego de unos quince minutos para ser exactos, todo es silencio. Y me quedo escuchando unos segundos más para reiterar que ya se han ido todos.

Abro la puerta lo suficiente para quitar mi cabeza. Lo único que puedo oir es el ligero susurro de la televisión en volumen bajo.

Hora de echar a la loca.

—No hay moros en la costa —le aseguro—, Sal.

Cuando ella está apunto de salir, los inconfundibles pasos de tacón de mi novia se escuchan.

Cierro la puerta de golpe, oigo una queja, quizás le he golpeado.

—Callada —le digo a la chica por sobre la puerta.

My Little Birdie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora