12: Gracias.

12.5K 997 64
                                    

                   Parte I.   

Sé que es un grito. No, quizás me equivoco. Pero es una voz desesperada. Lo horrible de despertarme es ese sentimiento de no saber nada sobre mi alrededor. Y odio no saber nada. Algo está cernido y apretando mis hombros, ahora sé que es un grito, suena como un: ¡Niall! Y luego: Despierta.

Pienso: ¿Tiffany? pero descarto ese pensamiento rápidamente de mi mente. Intento abrir mis ojos, pero una punzada aguda me golpea en la cabeza, muy adentro.

¡Voy a entrar!

Suelto un respingo y abro los ojos. ______ está mirándome. Luce desesperada. Mi cabeza da vueltas. Un sonido se escucha, como una bola de demolición contra una pared. Pero quizás sólo es mi cabeza, que está exagerando todo por el dolor.

De pronto ______ se echa para atrás, se encuentra respirando con desesperación. En un segundo cae al suelo, no, esperen, ella no cae, ellas se derrumba al suelo. Debajo de la cama.

¿Qué carajos?

—Niall —ladeo mi cabeza hacía la puerta de mi habitación, que está abierta. Tiffany me mira desde allí, con sus grandes ojos y brazos cruzados.

—Tiffany —siento que cada palabra que pronuncio es como un golpe a mi cabeza.

—He estado llamándote, enviándote mensajes, ¿qué sucede contigo?

Frunzo el ceño. ¿Qué sucede conmigo?

Muy confundido, miro un segundo hacía abajo, alucinando por el hecho de que mi asistente está allí, debajo de mi cama..., y eso suena realmente mal.

—Yo... uh, ¿qué haces aquí? —me incorporo, y mi cabeza me regala una punzada más fuerte. Como si estuviera hecho de cristal, y alguien de repente se acerca y lo rompe, incluso puedes imaginar aquel sonido de los vidrios en el suelo. 

—Tenemos que hablar.

Oh, bien. El problema, querida, es que tengo un jodido dolor de cabeza y quiero echar a mi asistente de debajo de mi cama y ¿por qué diablos está en mi casa? ugh.

— ¿A éstas horas?

Lo bueno de cortar con alguien y tener una ex es que puedes sólo hablarle como se te dé la gana. Ella no tiene derecho a reclamar. Pero lo malo es que Tiffany no emplea esa ley conmigo.

Me mira de la forma en la que siempre lo hace cuando está enojada o simplemente quiere llevarme la contra.

—Son las doce de la mañana, osito

Osito, osito, osito, jodidos ositos. Ya no suena sexy, Tiffany. No soy un puto crío de seis años.

—Mm, podríamos, simplemente... charlar más tarde ¿okay?

Su nariz respingada se arruga.

— ¿Puedes escuchar al menos lo que te tengo que decir?

No, Tiffany. No quiero. Ya no. Tú y yo no somos nada ¿recuerdas? realmente nunca fuimos nada.

—Ya te lo he dicho —intento no perder paciencia. Nunca sé realmente qué quieren las personas de mí. Y eso es tan deprimente. Penoso. Yo sabía que Tiffany ya no sólo hablaba del contrato que teníamos, hablaba de ese algo más. Ese algo más que se construyo a bases de una relación forzada. Como los compañeros de celda, que quizás si estuvieran en libertad jamás hubieran hablado si quiera, pero están obligados a estar juntos.

—Dame tiempo —las palabras salen de mis labios y sé que haber dicho eso es volver a darle una oportunidad futura. Sin contrato. Una relación sin falsedad. Real. Y sé lo estúpido que es aquello. Y sé que es más estúpido pensar que realmente la amo tanto que puedo perdonar sus errores.

My Little Birdie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora