(ED)Capítulo 12: En busca del punto clave

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"El mundo es un rompecabezas cuyas piezas cada uno de nosotros arma de diferente manera"

David Viscott

A pesar de no conocer con exactitud el lugar que Shikaku le mencionó por celular, nada más le había bastando ver el corro de curiosos que se mantenía tras las cintas amarillas que la policía había puesto alrededor de la vivienda, para saber que era ahí donde debía ir. Después de estacionar junto a los autos y las patrullas de los oficiales llamados a la inspección, Minato bajó de su coche tratando de serenarse.

Era cerca del medio día, el viaje había sido largo y, hasta el momento, no había tenido oportunidad de descansar en su hogar. Solo llevaba media hora en la ciudad cuando el teléfono sonó y el inspector Nara le informó del hallazgo. Y ahora estaba ahí, dejando atrás su coche ligeramente empolvado después de aquella larga travesía, teniendo como objetivo la vivienda rodeada por fisgones.

Su presencia llamó la atención de varios oficiales que al reconocerlo le saludaron con una leve inclinación de cabeza. Él devolvió el gesto con el mismo ademán, acelerando el paso cuando la prensa captó el intercambió de gestos y se aproximó a él, bombardeándolo con preguntas que se perdían en la algarabía. Los flashes disparados por las cámaras siempre le habían importunado y esa no sería la excepción.

A pesar de que desde el principio se habían propuesto a mantener ignorante a la prensa en algunos aspectos, durante los últimos días nombres de oficiales habían circulado en las noticias. Los asuntos policiales estaban causando cada vez mayor revuelo e interés, mientras el sinnúmero de acontecimientos sin explicación sucedían. Además de ello, las reuniones entre las altas esferas policiales de diferentes países tenían en vilo a la ciudadanía, que inconscientemente se preparaba para lo peor.

—¿Qué medidas está tomando la fuerza policial con respecto a las muertes de éstas personas?

—¿Sabe usted la razón de las desapariciones y las muertes?

—¿Qué patrones han encontrado? ¿Quiénes pueden ser las siguientes victimas?

—¿No creen que es hora de que respondan las preguntas de los ciudadanos?

No contestó a ninguna, simplemente siguió caminando, haciendo a un lado los micrófonos e ignorando los jalones a sus ropas de parte de algunos periodistas. Agradeció enormemente cuando los oficiales intervinieron, alejándolo de la muchedumbre que aún cuando él había cruzado el límite de la cinta amarilla, seguía formulando cuestionamientos a los que evidentemente él no pensaba responder. Un uniformado rápidamente le explicó dónde le esperaban y qué camino debía tomar para llegar hasta ahí.

Alguien más cruzó por debajo de la cinta, trotando en su dirección, mientras él empezaba a recorrer el jardín lateral de la vivienda, abriéndose paso entre los arbustos hacia el patio trasero. Marcas de distintas pisadas sobre la vegetación le indicaban el camino que habían seguido los oficiales que antes habían registrado la zona.

—Es una suerte que ya hubiera llegado a Konoha —Fue el saludo de su colega—. Habría sido fatal que perdiera esta inspección.

Minato apartó una rama baja que entorpecía su paso, revestida por verdes hojas en cuyos pliegues se acumulaba agua de la lluvia que caía sobre la ciudad desde dos días atrás. Miró brevemente el árbol al que pertenecía la ramificación, dándose cuenta que éste nacía en el jardín de la casa aledaña.

Estaban en ese tipo de barrio en el que las viviendas permanecían separadas las unas de las otras por poco menos de dos metros, y en cuyo espacio mencionado, crecían arbustos, rosales y otros tipos de plantas que decoraban las fachadas de los hogares. Justo en ese instante él junto al inspector Nara aplastaban las plantas que les impedían caminar.

Un encuentro predestinadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora