Mi querido señor se encontraba sentado cerca de la ventana observando como se balanceaba una rama al zon de la madrugada.
—¿Señor? Desea que le sirvamos el desayuno en el jardín o prefiere desayunar adentro...
—Afuera, estaría muy bien... Quisiera sentir este aire en mi frente...
—Como usted quiera...
Camine hasta la cocina y ordene a que llevaran todo al jardín. Cuando me recargue en la columna de mármol gire mi mirada a la ventana de mi señor.
Él me miro y sonrio complaciente, levanto su mano y con un giro de muñeca me indico que fuera con el.Llegue hasta su puerta y me recibió con los brazos abiertos.
—Querida, querida, querida, Morgana... Dime ¿Cuál sería tu reacción si te dijera que...Tu madre te ha enviado una carta? — levanta ágilmente un sobre amarillento y lo golpea en su palma abierta.
No puedo evitar sonreír y camino hacia el. Estiro mi mano y me lo entrega. Sonriendo me dispongo a abrir el sobre cuando la línea curva de mi rostro se vuelve una línea recta.
—Esta... Esta abierto... — balbuceo y cierro mis ojos.
Ludge se dirigía a la puerta cuando se colocó a lado mio pero viendo hacia la salida.
—No te preocupes, no la he leído. Había algo también para mi en ese sobre — sonríe y camina 6 pasos adelante.
—¿Seguro? — cuestiono y el se detiene con las manos en sus bolsillos.
—Como mentirle a mi querida Morgana, sabes deberíamos apresurarnos...
—¿Pasará algo importante? — guardo la carta en mi vestido negro que cubre cada parte de mi cuerpo. Ludge se me acerca y desabrocha dos botones de mi vestido.
—Así esta mejor... —Deja al descubierto mi piel pálida— Por supuesto que pasará algo importante—guardo silencio mientras contorneaba mi cuello con su dedo largo y frío —Hoy vendrá tu creación más importante.
—¿Quién?
El sonríe y sigue caminando y yo a paso decidido lo sigo
—La señorita Victoria...
Me detengo en seco ¿Ella vendrá? ¿Por qué? Muerdo mi lengua al recordarla y se me eriza la piel de la espalda.
Ludge no se percata de mi acción y sigue su camino, sorprendida camino junto a el. Recorde cada momento con ella, cuando la hice mía por primera vez, ella estaba disfrutándolo... Pero no tanto...
Caminaba por aquel escurridizo y friolento laberinto. Ya quiero verte Morgana, quiero que me veas y que vuelvas a tenerme en tus brazos.
—Señorita Victoria, es por aquí...
Levante mi mano en forma de molestia, suspire y gire a ver al sirviente.
—Esperaré a la señorita Morgana aquí.... Es momento de arreglar las cosas — susurro y me introduzco en el laberinto.
Camino hasta que me detengo cuando Ludge me indica con su mano que pare. Levanto la mirada y esta el sirviente inclinado y busco con la vista a Victoria. ¿Dónde estas?
—¿Y Victoria? ¿Dónde esta? — riñe Ludge y el sirviente va a hablar cuando mi señor da la orden de presionar. Y yo lo tomo por el cuello.
—Sabes que mi criatura hace todo lo que digo, ¿Dónde esta Victoria? —cuestiona un poco más alto y yo aprieto más su cuello.
—E... El... Ell... Ella... Es... Esper... Espera a... La
—Morgana, dejalo hablar, me molesta que se quejen cuando uno los tortura...
Lo dejo caer al suelo y me dispongo a caminar al lado derecho de Ludge, cuando el sirviente suelta esa oración que hizo latir mi corazón cómo loco.
—La señorita Victoria, espera a la señorita Morgana en el laberinto de los secretos señor.... —carraspea e intenta rragar bocanadas de aire unos segundos después.
—Bien... ¡Morgana! — me habla con autoridad— Ve a ver que quiere y tráemela lo más pronto posible...
Asiento y me dirijo hasta la salida cuando me detiene un chasquido.
—No la dejes agotada, ¿Entiendes? La quiero con los sentidos alerta...
~•~ MORGANA Y VICTORIA ~•~
Llegue a la entrada de este laberinto que a guardado los más apasionados, oscuros, violentos y hermosos secretos de toda persona que a pisado este lugar. Entro sin pensarlo.
Olfateo cada rosa roja, blanca incluso podría jurar que veo rosas azules alrededor. Sonrió al recordar cuando Victoria me regalo ese ramito de Rosa Canina.
Recorde también que después de eso ella resbaló y se clavo las espinas de esa rosa en las manos.—Manchando los pétalos de sangre, Morgana...
Me gire y la observe parada mirándome, acercandose a mi cuando senti esa fragancia.
—Te eche de menos, Vicotira...
Estuvimos frente a frente de nuevo y tome su cabello negro y lo entrelace en mis dedos. Ella me miro y desabrocho los botones de mi vestido. Yo la acerqué a mi y la besé, tome su cuello y me perdí con el olor de su Fragancia a Rosa Canina, que tanto a mi como a ella nos hizo desear más de este momento. Los besos de Victoria me llevaron a un lugar que imaginaba no existente. Ella me sonreía cada vez que le besaba las mejillas.
—Morgana, debes quedarte conmigo por siempre...
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LA CREACIÓN DEL MAL
VampireLa venganza es el manjar más sabroso condimentado en el infierno. Walter Scott