Capítulo 1

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Lo único que hacia era escuchar la música. Podría bailar con los ojos cerrados sin equivocarme ni una sola vez, por que confió en mi pareja, se que el siempre me va a guiar bien.

La música deja de sonar en el salón y abro los ojos.

- Mañana por favor trata de mantener los ojos abiertos, si no la gente va a pensar que te aburro.- Me dijo Juan mientras sacaba su mano izquierda de mi cintura.

-Perdón, es que a veces me gusta pensar mientras bailamos y automáticamente se me cierran los ojos, no lo puedo evitar, ademas eso significa que me sabes llevar muy bien.- Le dije señalándolo con un dedo.

Paloma deja atrás a su pareja y se acerca a mi con saltos y una gran sonrisa.

-Con los chicos vamos a salir esta noche, me imagino que vas a venir Mía.- Dijo mi mejor amiga.

-No Paloma, mañana bailamos y el lunes empezamos las clases, voy a estar muerta.- Le dije susurrando para que la profesora no nos rete.

-Pero, porfissss.- Dijo rogando.

-Rotundo no.- 

Paloma me miro enojada por unos segundos hasta que la profesora Giselle se puso a hablar.

-Mañana los quiero a todos acá a las cinco de la tarde para el ensayo general. Mía y Juan ustedes vengan antes para que puedan practicar la parte que hacen solos. ¡Y chicos, descansen bien porque mañana tenemos un gran show de apertura de año!- Dijo Giselle y yo le apunte una mirada fulminante a Paloma para que le quedara claro que debíamos descansar.

Todos se empezaron a ir, así que agarre mi bolso sin saludar a Paloma y me fui lo mas rápido posible. No quería que me convenciera de salir.

Pasé tan rápido por el pasillo, que no pude notar que secretaria estaba en la mesa de entrada. Abrí con fuerza la puerta, pero estaba apenas apoyada y pase de largo. Lo siguiente que vi fue uno de mis zapatos volar por encima de mi cabeza y caer en la vereda.

-¡La puta madre!- Grité del dolor que sentí en mis rodillas. Rabia aterrizado con ellas.- ¡La puta madre!

Empece a buscar por el piso el zapato que me faltaba y encuentro el taco por un lado y el resto por otro. ¡Este era mi único par de zapatos sanos y aptos para bailar!

Empece a respirar con fuerza y sentía que me faltaba el aire.

¿Y ahora? ¿Que hace una joven cuando no sabe como solucionar algo?

¡Mi mama!

Marque el numero de mi mamá, mientras guardaba ambos zapatos en mi bolso. Empece a caminar sin rumbo descalza y rogando que mi madre contestara el celular. 

-Hijita, estoy atendiendo¿Que paso?- Me respondió mientras escuchaba como de fondo un paciente la saludaba.

-Se me acaba de romper uno de los zapatos que necesito para mañana, ¿Que hago?.- Le dije gritando y sintiendo mis lagrimas en mis ojos.

Estaba tan desesperada y nerviosa que sin darme cuenta estaba caminando en círculos.

-Tranquila Mía, no es el fin del mundo si no podes bailar una vez.- Me dijo calma.

-¿¡QUE!? ¡No pienso no bailar! ¿Que decís?- Le grite y ahora lloriqueando.

-¿Dr. Lorena alvarez?- Escucho que la llamas a mi mama por el celular.

-Si, ya voy. Mía, tengo que trabajar, te mando por mensaje la dirección de una zapatería que esta cerca de casa.- Me dice y me corta.

Miré el celular con odio.

Seguí caminando como para mi casa que era a unas diez cuadras del instituto, cuando me llega un mensaje de mi madre.

Una dirección a dos cuadras de mi casa.

-Genial, por suerte es cerca.

Al llegar a la zapatería, la única cara que me salio hacer fue asco. El lugar estaba venido abajo y viejo, había zapatos sucios y rotos tirados por todas partes. Veo que al lado de la puerta hay una especie de campana vieja y como no veo a nadie a la vista la agarro para tocar, pero antes de poder tocarla siento a alguien atras mio. Lentamente me doy vuelta y pego un salto y grito del susto. Me choco con una mesa llena de zapatos, haciendo que los zapatos y yo terminemos en el piso.

-Muchísimas gracias, acababa de poner esos zapatos ahí.- Me dice el señor de mal gusto que ahora me estaba dando la espalda.

-No me hubieras asustado entonces.- Le respondo y le toco el hombro para que me mire.

Cuando se da vuelta, se me abren los ojos grandes como la luna. No era un señor, era un joven.... bastante joven.

-¿No te enseñaron que es de mala educación darle la espalda a alguien cuando te están hablando?- Salió de mi boca.

-¿Y a vos no te enseñaron al que rompe paga? Aunque en este caso, el que desordena, ordena.- Me dijo señalando todos los zapatos que siguen en el piso.

-Ya rompí algo y te lo voy a tener que pagar para que me lo arregles.- Le respondo.

El se sienta enfrente de la caja donde tiene todas las anotaciones de sus clientes y me pide mi nombre y teléfono.

-¿Que es lo que se te rompió?- Me pregunta.

-Y, un zapato obviamente, no creo que te traería el auto para que me arregles.- Le respondo con sarcasmo.

-La cabeza me parece que necesitas que te arreglen. ¿Me podes mostrar el zapato?- Me responde de mala gana.

-Es el tacón, supongo que con pegamento va a aguantar aunque sea un baile.- Respondo nerviosa mientras saco el zapato y el taco de mi bolso.

-¿Bailas tango?- Me pregunta sorprendido.

-Si, ¿Te traen muchos zapatos de tango acaso?- Pregunto curiosa.

-No, es el primero en años, solo que mi mamá bailaba cuando era joven y me di cuenta no solo por el zapato, si no por tu ropa.- Dijo mirándome de arriba abajo y yo sentí que me ponía roja como un tomate.

-¿A que hora lo paso a buscas?- Le pregunte para cambiar de tema y que no note que me ruborice.

-El martes por la mañana estará listo.- Me respondió mientras lo anotaba en su cuadernito.

-¿Que? ¿Que dijiste?- Le pregunte cerrando los ojos y aguantando las ganas de matarlo.

-Que el martes por la mañana va a estar listo.- Respondió inocente.

-¡Lo necesito listo para mañana mismo! Bailo a las nueve de la noche en el instituto del viento, ¿No hay manera que lo termines para esa hora de mañana? ¡Por favor!- Le rogué juntando mis manos.

-Me estas pidiendo que me quede toda la noche arreglando tu zapato y que haga magia para que el pegamento haga su trabajo en menos de 24hs, cuando lo recomendado es que este en reposo unas 48hs.- Me dijo serio. Me quede en silencio esperando encontrar el chiste o sarcasmo, pero como no me dijo nada me desespere.

-Cóbrame lo que quieras, pero necesito poder bailar. Nunca en mi vida falte a un show, baile hasta con neumonitis y si tengo que bailar descalza por no tener el zapato lo voy a hacer.- Le dije firme.

-Entonces baila descalza y los pasas a buscar el martes.-

-¡No! Porque no es una opción que no estén listos para mañana, confió en que los vas a tener.- Le dije antes de irme con una gran sonrisa.

Aunque esa era una gran sonrisa de gato, por dentro era un nudo de nervios por si no llegaba a tener listo el zapato a tiempo.






Pasión MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora