Sentía una mano fría haciéndome caricias en el costado de mi cara, quería abrir los ojos para ver si era él, pero al mismo tiempo tenía miedo estar soñando.
-Mía... Mía...- Escuchaba la dulce voz de Franco. Abrí lentamente mis ojos y lo vi ahí, en la terraza junto a mí. Mire a mi alrededor y estaba acostada en el sillón, era de noche y no me acordaba bien en que momento me había dormido, pero él estaba acá, no estaba soñando.
-Te llame un montón de veces, se me había complicado para venir antes y enserio tenía miedo de no llegar a encontrarte por que te tengo que decir algo muy importante.- El empezó a hablar, estaba nervioso y yo sentí una gran adrenalina correr por todo mi cuerpo. Tenía que aprovechar este momento, ya me había hartado de las vueltas.
Tome valor, deje de lado todo orgullo que corría por mi cuerpo y le di un beso.
Él al principio lo recibió sorprendido, pero después me siguió. Mis manos estaban en los costados de su cara y el de a poco me fue envolviendo con sus manos mi cintura.
Sentía una energía que me subía por todo el cuerpo que me volvía loca, pero en un momento Franco se alejó un poco de mí. Apoyo su frente con la mía y seguía con los ojos cerrados.
-¿Por qué me haces esto ahora?- Me dijo sin mirarme.
-¿De qué hablas? Es algo que vos tendrías que haber hecho hace mucho, y yo me canse de esperar.- Le dije firme esperando que abra los ojos para mirarme.
-No puedo, te estas confundiendo Mía. Venia para decirte algo, que si me hubieras dejado terminar de hablar, no me hubieras dado ese beso.- Me dice todavía con los ojos cerrados.
-¿Qué cosa? Franco mírame, porque si me vas a decir algo que no me va a gustar, por lo menos hacelo mirándome a los ojos.- Le digo enojada, y el los abre lentamente.
-Ya no voy a ser tu pareja de tango, voy a ser la de Lara.- Me dice y siento una punzada en el pecho. No llores, no llores, no llores. Me repetía en mi cabeza.
-Es una larga historia, pero le debo una y tengo que ser su pareja, por favor no me odies.- Seguía hablando, mientras yo estaba tildada mirándolo decepcionada.- Decime algo, aunque sea grítame, pégame, pero no me mires así sin decir una palabra.
Quería hablar, quería gritar y pegarle, decirle lo mal que me estaba haciendo, pero sabía que si abría la boca lo único que iba a salir de mi iba a ser llanto y lágrimas.
No le iba a dar el tupe, de verme mal por él. Respire hondo, y me levante, dejándolo solo ahí.
Cuando llego a la entrada de la academia, me doy cuenta que no veo nada y al cerrar los ojos empiezan a caer las lágrimas por mi cara. Me limpio un poco y llego a ver la cara de satisfacción de Lara al verme llorar.
-¿Estas feliz?- Le grito.
-Te estoy haciendo a vos, todo lo que me has hecho a mí desde que entraste a esta academia. Siempre quisiste lo mío, ahora quédate con iñaki, no me importa, yo tengo al mejor bailarín de todos.- Me dijo gozando.
Aparece Franco atrás mío y me agarra del brazo.
-No puedo creer que después de tantos años, sigas creyendo que te hago las cosas a propósito, sos una zorra.- Le grito entre sollozos.- Y vos soltame, no quiero saber nada con ninguno de ustedes.
Me suelto del agarre de Franco y salgo corriendo.
Empecé a correr en dirección a mi casa, pero me acorde que ahí iban a estar mis padres y no quería tener que darle explicaciones de nada. No tenía ganas de hablar ni con Paloma, ni con Juan, así que pensé en Lorenzo.
Le pedí al chico del bar a dos cuadras de mi casa su celular, ya que tenía la confianza para hacerlo y llame a Lorenzo.
-Por favor, venime a buscar, estoy en el bar a dos cuadras de mi casa.- Le digo llorando.
-En 5 minutos estoy ahí, tranquila.-
Y así fue, 5 minutos después estaba él en su auto en frente de mí.
-Te juro que no quiero hablar de lo que paso, me siento muy humillada, pero solo se dos cosas.- Le digo mientras recibía un pañuelo de su parte.- No quiero volver a la academia por un tiempo, y por otro lado, tal vez sea tiempo de empezar a buscar una carrera para mi futuro y dejar de bailar.
-No te voy a preguntar nada, y solo me vas a contar lo que tengas ganas vos, pero estas obligada a venir a comer conmigo, ya que panza llena, corazón contento.
Tal vez parecía que estaba usando a Lolo, pero él era el único que sabía distraerme y hacerme sentir mejor en mis peores momentos. Nunca hablo de nosotros, ni se intentó de aprovechar de mi momento de tristeza para su beneficio. Solo quería verme bien y feliz.
Al volver a mi casa, sentí que no había pasado nada de lo que realmente paso, hasta que cargue mi celular y me empezaron a llegar llamadas perdidas de Franco y de Iñaki. Entre todas esas llamadas perdidas había un mensaje de Iñaki que decía:
Tu compañero de tango me llamo preguntando si estaba con vos y no me contestas el celular, no sé si te paso algo, pero me estoy preocupando. Llámame apenas puedas.
Le contesté:
No tenía batería en el celular y estaba con unos amigos, está todo bien. Gracias por preocuparte.
Y estaba tan enojada que también le mande un mensaje a Franco.
No me llames más, ni mensajes y menos me busques. Me siento decepcionada, me apuñalaste por la espalda.
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Pasión Mía
RomansaA veces, aunque pueda ser arriesgado, uno tiene que hacer lo que ama. Uno siempre hace con pasión lo que ama y para Mía, el tango era su pasión.