Capítulo 4

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Me transpiraban tanto las manos que no sabía ya cómo hacer para tranquilizarme, está nerviosa, que digo, MUY nerviosa.

-Me voy a desmayar.- Le dije a Juan poniéndome una mano en la cara.

-No seas dramática Mía, te vas a correr el maquillaje, tranquilízate.- Me decía el sacándome las manos de la cara.

Escuche los aplausos y el nudo que sentí en la panza era inexplicable, sentía que no podía respirar, quería ir al baño, me hacía pis.

-Me hago pis, ya vuelvo.- Dije girándome, pero Juan fue más rápido y me agarro.

-Te harás pis mientras bailamos querida, pero vas a salir a bailar quieras o no.- Me mira los pies.- Con zapatos o no.

-Me estás haciendo sufrir.- Le dije con cara de pánico.

¿Dónde estaba este zapatero? ¡Si no aparece en cinco segundos lo voy a matar!

Aparece Giselle con una gran sonrisa y nos abraza.

-Tranquilos que les va a salir increíble, Mía trata de no apurarte y siempre seguir a Juan.- Me dijo Giselle de muy buen humor, claramente se había olvidado que venía sin zapatos.

-Hay un solo problema Gigi.- Dice Juan, pero justo cuando esta por seguir hablando, lo veo.

Salgo corriendo para alcanzarlo, lo miro de pies a cabeza y tiene en su mano derecha mi zapato.

Siento un gran impulso y lo abrazo.

-Te juro que te iba a matar.- Le digo abrazándolo fuerte.

-Qué suerte que llegue justo a tiempo, si me abrazas por llegar puntual no sé qué hubieras hecho si llegaba temprano.- Dice el con una risita picarona, y me doy cuenta que el abrazo estaba de más.

-¡Hay perdón! Estoy con mucha adrenalina, ansiosa, nerviosa y muy histérica, no era mi intensión.

-Está bien, no hay drama, ahora anda a bailar que te están esperando.- Me dice señalando a Juan que está enojado.

Me pongo mis zapatos, respiro hondo y al instante que recibo la mano de Juan para entrar al escenario, me doy vuelta para darle una última mirada al zapatero y decirle gracias, pero ya no está ahí.

-Sonreí y mira al frente.- Me susurra Juan y le hago caso.

Ya en el escenario empieza a sonar La Cumparsita, de Gerardo Matos Rodríguez y los nervios quedaron atrás.

Empezamos a bailar, pero sentía que estábamos jugando, divirtiéndonos y relajados.

Terminamos de bailar y no pude evitar reírme, estaba feliz. No puedo creer las cosas que me hace el tango, olvidarme de todo y disfrutar.

Disfrutar, disfrutar y disfrutar. ¡Qué lindo que es el tango!

FRANCO:

Me quería ir lo más rápido posible, no quería que nadie en ese lugar me viera, pero no pude evitarlo.

Empezó a sonar la música y tuve que quedarme, escondido, pero quedarme a verla bailar.

Eran increíbles, como bailaban, con tanta pasión. Sentía en el pecho una presión que me asfixiaba, aunque trates de alejarte de lo que amas porque te hace mal, a veces es tan fuerte que siempre vuelve a vos.

El tango era mi karma, aunque quisiera no podía alejarme.

Terminaron de bailar y salí lo más rápido posible para no cruzarme a nadie.

-¿No pensas quedarte a ver todo el show?- Escuche la voz de Giselle atrás mío.

Me di vuelta lentamente rezando dentro mío que este sola. Lo estaba.

-Gigi, yo... yo.. nada, no mejor, nada.- Tartamudee.

-No te pongas nervioso Franco, que no le voy a decir a tus abuelos que te vi acá.- Me dijo mirando hacia el escenario.

-Gracias.-

-¿Vos le arreglaste el zapato a mi alumna no?

-Sí, no quise, pero es insistentemente insoportable.- Le dije mirándola como le sonreía y saludaba al público disfrutando de eso.

-Se llama Mía, por si te interesa.- Me dice Giselle riendo.

-No, para nada, además no creo que la vuelva a ver más en mi vida.-

-Va a necesitar un nuevo compañero. Su amigo todavía no le dijo, pero va a dejar de venir este año porque tiene mucho que estudiar y ella se va a volver loca si no tiene pareja.- Me cuenta Giselle.

-Yo ya no bailo, además hace cuatro años que no bailo, probablemente prefiera bailar con cualquier persona menos conmigo.- Digo yéndome.

-El martes a las 18hs es la clase, y para que te quedes tranquilo, tus abuelos se van mañana de viaje a Europa por tres meses, podrías venir tranquilamente sin que nadie se entere.- Me grita Giselle atrás mío.

Al salir afuera, me encuentro con Mía y su compañero posando para fotos, se cree toda una estrella.

No puedo evitar reír, pero me voy.

-¡Zapatero! Gracias.- Me grita de atrás.

-Tengo nombre.- Le grite yo sin darme la vuelta.


Pasión MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora