Capítulo 7.

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  Opel colocó una mano en mi pierna con fuerza mientras estábamos sentados, estaba nerviosa, podía escuchar sus latidos

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  Opel colocó una mano en mi pierna con fuerza mientras estábamos sentados, estaba nerviosa, podía escuchar sus latidos. Llevé una mano a la suya y ella sonrió, le devolví la sonrisa.

— No pasará nada, el sabrá que hacer. — murmuré. Ella asintió de nuevo y empecé a acariciar su mano suavemente, intentado que ella se relajará. Los latidos de su corazón empezaron a ir de nuevo normal cosa que me gustaba. 

Deaton entró a la tienda y me sonrió.— Cuanto tiempo. 

Me alejé de ella y le abracé, el enseguida respondió mi abrazo y empezó a reír.— Yo también te he echado de menos. — deshice el abrazo y miré a Opel, la cual miraba la escena con una pequeña sonrisa. — Ella es Opel, necesita nuestra ayuda. 

— Veré que puedo hacer, entrar y siéntate. — dijo mirando hacia Opel. El empezó a caminar para la consulta y nosotros le seguimos, mientras nuestras manos estaban entrelazadas. — Cuéntame. 

Iba a hablar pero Opel se adelantó.— Tengo sueños bastante raros. Sueño con gente muerta, sé que sonará a loca pero lo prometo.— habló con mucha rapidez. Deaton me miro con el ceño fruncido.

— Tranquila, todo está bien.— intentó calmarla.— Continúa.

— Vale.— ella suspiró y volvió a hablar.— Sueño con Allison, con una chica a la que su hermano le arrancó el corazón y la tiró al agua, siento todo lo que ellas sintieron cuando estaban muriendo, y esto me esta volviendo loca. — volví a agarrar su mano, ella me miro y sonreí , para poder tranquilizarla, llevé una mano a su espalda y empecé a acariciarla. 

— Es la primera vez que escuchó esto. — dijo Deaton algo confuso.— ¿Sientes algo más?.

Opel dudó varios segundos.— Siento como si algo malo viniera hacia aquí, a por mi. 

Fruncí el ceño.— Eso no me lo habías contado. 

— Por que es una tontería. — respondió. — Pero cada día lo noto más fuerte. 

— Tranquila, estoy seguro de que Scott no consentirá que nada te pase. 

— Lo prometo.— apreté mi mano contra la suya.— No dejaré que nada te pase. 

— Sé que me protegerás, pero yo no me preocupo por mi, me preocupo por ti, Scott. No quiero que nadie te pase ni a ti ni a ningún de vosotros por mi culpa. 

— Estoy aquí para protegerte.— volví a decir.— No te preocupes por mi. Tengo garras y colmillos. — la comisura de sus labios se elevó. 

— Iré a buscar información sobre esto y cuando la encuentre volveré a vosotros, tardaré pocos días espero. — dijo Deaton.— Mientras tanto no la dejes sola.

— No lo haré. 

Deaton asintió y se despidió de nosotros cuando salimos de allí. Miré a Opel, ella estaba cabizbaja y sus manos estaban juntas. Caminé hacia ella y entrelace una de mis manos con las suyas. Una de mis manos fue hacia su barbilla, levanté su cara y vi que sus ojos estaban cristalizados y entonces una lágrima se escapó. Llevé mi mano hacia su lágrima y la limpié al segundo, ella abrió sus ojos y me volvió a mirar. 

— Deberías de asustarte de mi.— susurró.— Creo que traeré solo problemas. 

— Creo que debería enseñarte algo, pero solo si me prometes que no te irás.  

— Eso debería de habértelo dicho yo cuando te conté todo esto. 

— No eres la única con algo especial. — ella frunció el ceño, empecé a caminar hacia un callejón que había cerca de la clínica y miré hacia los lados, asegurándome de que no había nadie cerca. Y lo hice. Abrí mis ojos y le mostré mi verdadero yo, estaba algo avergonzado de que ella me viera de esta forma pero ese sensación desapareció cuando ella colocó una mano en mi rostro y sonrió. Sus dedos empezaron a acariciar mi rostro desde mis ojos hasta mis orejas. 

— Pensaba que estaba loca, ahora me haces sentir mucho mejor al saber esto.— dice y suelta una pequeña carcajada. 

— ¿Qué piensas?.— pregunté algo inseguro. Ella apartó la mirada de mi rostro, para mirarme en mis ojos. 

— Pienso que esto es.. increíble y que. — hizo una pausa, parece que dudó de lo que iba a decir a continuación. — Y qué eres precioso. 

Sonreí. Sonreí como un bobo mientra la miraba. 

— Entonces pensamos lo mismo.— respondí. — Yo también pienso que eres preciosa. 

Una sonrisa apareció en su rostro, llevé mis manos a su cintura y me apoyé en la pared, mientras la miraba. Hoy no la iba a besar, por mucho que quiera. Su latido se aceleró haciéndome sentir bien, haciéndome sentir que la pongo nerviosa. 

— Será mejor que vuelva a casa.— rompió ella el silencio. 

— ¿No quieres venir a mi casa? Ya sabes lo que dijo Deaton, tengo que mantenerte vigilada. 

Ella bajo su cabeza y pude escuchar de nuevo su risa. — Creó que me parece bien lo que el dijo. 

Mcall. « Scott Mcall »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora