15.

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OPEL.

Theo me observaba mientras me acercaba a él, eran las tres de la tarde, Scott me había llamado y le tuve que mentir. Sabía que la charla que tendría con Theo no tardaría mucho, así que avise a Scott que estaría en la biblioteca en diez minutos.

—Acabemos rápido con esto. —murmuré. Theo esbozó una sonrisa.

—Vamos a tardar más de diez minutos, así que hoy no verás a Scott.—informa. Suspiro y asiento, luego le llamaré para avisarle de que no podía ir, me tendría que inventar alguna excusa. Theo me abre la puerta de su coche, y entro. —Iremos a ver a mi amiga primero, luego a mi casa, tenemos que hablar unas cosas.

—¿Quién es tu amiga?.—pregunto mientras Theo arranca el coche y empieza a conducir.

Suelta una carcajada y me dedica una corta mirada.—¿Acaso no me escuchas cuándo te explico las cosas? Mi amiga murió, pero quiero que sepas quién es.

—Espera.. ¿Qué?.

—No estoy tan loco como para presentarte a alguien que está muerto, Opel.—me explica, relajándome.—Iremos a su casa, te enseñaré fotos y sabrás cosas sobre ella.

Asiento.—¿Cuándo me dirás qué soy?.

—Pronto, paciencia.

Suspiro y echo mi espalda hacia atrás en el asiento.

La verdad es que no le aguantaba, no aguantaba su carácter y no aguanta la forma en la que hacía las cosas. ¿Tan difícil era decirme qué soy y luego presentarme a su amiga, o lo qué quiera hacer?.

—La cosa es que, todo lo que quieres saber sobre ti está en un libro de la casa a la que vamos a ir ahora.—responde, adivinando lo que pensaba.—Así que, paciencia, en cinco minutos como mucho estaremos allí.

Decido no responder y mirar por la ventana, hacer eso me relajaba, no podía aguantarle más.

Pocos minutos después, noto que Theo apaga el motor , sale del coche y le sigo, cerrando la puerta con suavidad. Mire la casa, se me hacía muy familiar, mi piel se estremeció y me abracé, algo de esto no iba bien.
Theo abre la puerta con una llave que saca del bolsillo y me indica con la cabeza que entre. La casa estaba vacía, no había ni un solo mueble, además de que el suelo estaba lleno de hojas secas, y algo de tierra, al parecer esta casa lleva muchísimo tiempo sin ser habitada, cosa que me daba escalofríos. Camine hacia las escaleras y trague con dificultad.

—Creo que te conoces muy bien esta casa.—dice Theo. —Vamos, sube.

Esta casa era la casa en la que encontré a Allison y la casa en la que escucho esa maldita voz. Es esta. Subo el primer escalón y después el siguiente, cuando llegó al segundo piso, veo esas puertas tan familiares.

—Joder. —murmuró, podía notar como mi corazón estaba ahora mismo en mi garganta. Empiezo a caminar hasta la primera puerta, había un cuadro en ella que ponía Elisa . La abro y veo una cama, dos estanterías y una mesa con un ordenador encima, el rosa de las paredes estaba desgastado y el suelo crujía cuando pisabas.

—Esta es la habitación de Elisa, pero no es nuestra querida amiga, es su hermana. —murmura en mi oído, estremeciéndome. —Si quieres puedes mirar un poco, pero no hay nada importante por aquí.

No respondo y cierro la puerta. —Te daré una pista, la puerta que tienes que abrir para descubrir todo es la última de la izquierda. Iré contigo. Si quieres puedes mirar lo que hay detrás de las otras puertas, en algunas habitaciones podrás ver fotos sobre la familia que vivía aquí.

—Prefiero ir al grano.

Theo sonríe. —Eso me gusta.

Pongo una mueca de asco y Theo me deja pasar, mis piernas temblaban cada vez que estaba más cerca de la última puerta, una vez que estaba enfrente, leo el cuadro; Anne. Un dolor en mi cabeza nubla mi visión.

—¿Por qué no abres la puerta?.

—Cierra la boca, Theo. —ordené. Intentó controlar mi respiración, tranquilizarme al menos para no pensar en el gran dolor de cabeza que tenía. Abro la puerta y doy un paso hacia dentro.

Una cama, el papel que adornaba las paredes estaba arañado, destrozado, una mesa con un ordenador que dudaba de si este seguía funcionando ya que parecía estar en buen estado, dos estanterías y dos mesas pequeñas, una cada lado de la cama. Me acerco a ellas y cojo entre mis manos un marco de fotos, una familia feliz salía en la foto.

—Ella es Anne. —dice, señalando a una chica de aproximadamente diecinueve años, morena, y la verdad es que era preciosa. —Su madre y su padre, y ella es Elisa. —indica con su dedo índice. —¿Te resultan familiar?.

Niego con la cabeza. Mis dedos acarician a Anne, y examinó bien la foto. Elisa parecía tener menos de quince años, Anne la abrazaba mientras que sus padres reían.

—Una bonita familia, ¿verdad?.

—Sí, eso parece. —respondo frunciendo el ceño.—Pero no entiendo, no conozco a ninguna persona de esta foto, ¿qué tiene que ver todo esto conmigo?.

—Yo te diré porque. —hace una pequeña pausa.—Porque Anne es tu verdadera madre.

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Mcall. « Scott Mcall »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora