20. Just go away.

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Nos encontrábamos todos sobre el ancho sillón de la sala de mi casa viendo ”El último exorcismo."

Se comenzaron a escuchar suaves golpes en las ventanas, que fueron aumentando su intensidad con el pasar de los minutos. Levante la mirada rápidamente, y me asome por la ventana. Solo era el granizo de la lluvia. Mi pecho se relajó, liberó una bocanada de aire que ni tan siquiera sabía que estaba conteniendo. Todos soltaron una carcajada y a la vez se sintieron aliviados.

—Te veo luego, Abby —dijo Cassie, mientras me dedicaba una sonrisa de complicidad que no entendí—.

—Pero si aun no se termina la película, Cass... —replicó Ashton, imitando el molesto tono de un niño caprichoso a la vez que hacia un puchero—.

Cassie le dio un leve pisón en el pie, y lo sacó de la casa a rastras.

—¿Y ahora que bicho le pico a Cass, eh? —preguntó Luke, sonriendo y provocando que un hoyuelo tomara lugar en su rostro—.

Luke traía un gorro de lana de color gris. Lo tome entre mis dedos y comencé a correr por toda la casa con el entre mis manos. El comenzó a correr tras de mi, y en unos minutos ya se encontraba a mi lado. Pasó sus manos por debajo de mis piernas y me llevó al sillón. Me quitó el gorro de las manos y puso sus manos en mis costados, para empezar a hacerme cosquillas.

—¡Basta, Luke! —dije entre carcajadas, forcejeando con el mientras me sonreía cínicamente—.

—Hemmings, ya... para... —dije, notoriamente agitada—.

«Esta bien» dijo finalmente rendido, y se fue acercando cada vez mas, a la vez que me daba tiempo para recuperar el aire. Acortaba el espacio entre ambos, hasta llegar al punto en el que su respiración se mezclaba con la mía.

Su brazo era firme contra mi estómago, su pierna entre la mía. No había un centímetro de espacio entre nuestros cuerpos. Una melodía desconocida comenzó a sonar. El móvil de Luke.

—Luke.

—¿Qué? —responde entre jadeos y besos—.

—¿No responderás?

—No.

—Luke...

—Luke nada, Abby. Siempre tiene que haber algo que lo eché a perder todo.

Deposita numerosos besos por todo mi cuello, para detenerse al lado de mi clavícula y mordisquearme la piel levemente. Su respiración es pesada y sus pupilas están dilatadas.

—Me estas volviendo malditamente loco, Abby.

Tomó mis labios entre los suyos con fuerza. «Te quieroSusurró en mi oído, a la vez que sus dedos bajaban por mi mano derecha, enviando corrientes por todo mi cuerpo.  Trazaba círculos por mi cintura, y su respiración se tornaba mas agitada. Acarició uno de los notables huesos que se hacían presentes en mi cintura y el gimió sobre mi boca. El insistente tono del teléfono volvió a repetirse. Luke se alejó de mi, frustrado. Transcurrieron unos minutos mientras escuchaba los gritos de Luke y los de la persona de la otra linea, hasta que finalmente Luke colgó. Se sentó y se llevó las manos al rostro. Me acerqué a el despacio. Enterró su cara en el hueco de mi cuello, acto seguido soltó un largo suspiro.

—¿Esta todo bien?

—Si —dijo con un tono molesto—.

Le miré extrañada. Luke se acercó y besó mis labios por unos fugaces segundos. Sus ojos se oscurecieron y su rostro adopto unas facciones de enojo. Se tensó y aprieto la mandíbula con intensidad. Agarró una lampara que se encontraba en un estante cercano y la arrojó al suelo, haciéndola pedazos y dejando pequeños cristales alrededor. Segundos después, tomó un jarrón empolvado y lo arrojó contra la puerta. Una sensación de ahogó me invadió y me acerqué a el despacio. Sus hombros subían y bajaban y estaba totalmente pálido.

—Luke, ¿qué esta sucediendo? —intenté reconfortarlo, pero se alejó de mi lentamente con la respiración aun pesada—.

—Nada, Abby.

—Si no pasara nada no hubieras reaccionado así. ¿Quién era?

—¡Joder, Abby! ¡Si dije que nada pasó, es por que es así, o simplemente no me da la jodida gana de hablar!

El tono de su voz hace que sienta una punzada de dolor, pero de igual forma le respondo.

—No dije nada malo, Luke. No tienes derecho a gritarme, simplemente no. Eres un maldito idiota. ¿Ves por qué no es bueno preocuparse por las personas?

—Claro que lo sé. Tengo que lidiar con una niña que no supera la muerte de sus padres y se culpa día a día de ello aun sabiendo que no es así. Eres jodidamente sensible.

—Espero que ahora te sientas mucho mejor —respondo, conteniendo las lágrimas que en cualquier momento saldrán a flote—.

—No, Abby...

—¡Solo vete! ¡haz lo de una vez! —le interrumpo, mi voz logra salir con el tono que deseaba—.

—Escuchame, lo...

—Esta bien, lo haré yo.

Escuché mi nombre salir de sus labios por ultima vez, para luego solo escuchar el sonido de la puerta cerrarse. Empecé a tener un ataque de ansiedad, de esos que se habían ido hace un tiempo. Me invadió el pánico, empeorado por la pesadez que parecía estar apoderándose de mí. El corazón me latía dolorosamente en el pecho y el aire me raspaba la garganta. Es asombroso como unas simples palabras pueden destrozar tus entrañas, como se quedan grabadas en tu mente y ésta las repite una y otra vez en tu contra.

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You found me. (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora