3. Everybody hurts.

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Una sensación de ansiedad invadió a Jake al no localizar a Abby por ningún lado. Le debía una disculpa, nuevamente, por su conducta. El era muy consciente de que es demasiado complicado el dejar algo a lo que eres adicto. En más de una ocasión Abby había tratado de hacerlo. Por él y sus padres. Pero siempre decaía. Corrió rápidamente, buscándole por las habitaciones de su casa. Si, Jake tenía una copia de sus llaves. La encontró sentada en el suelo, soltando uno que otro sollozo. Empezó a decir algo más, pero el resto de sus palabras se perdieron. Los sollozos le estremecieron el cuerpo. Se acercó a ella y la envolvió en un abrazo. Ella trató de apartarlo de su lado, pero Jake ejerció más presión a su agarre, teniendo cuidado de lastimarla.

«Todo va a ir bien». Le susurró Jake. Palabras que no significan nada en realidad, tan sólo son pequeños intentos desesperados de agarrarnos a algo cuando caemos.

Jake le propuso ir a cine para despejar su mente un par de horas. Ella aceptó. Al llegar al lugar, Cassie y un chico de ojos verdes estaban ahí de pie. A su lado estaba Luke, el chico de los hipnotizantes ojos azules. Pero esta vez estaba por su cuenta, sin la molesta compañía de la pelirroja. Cruzaron algunas palabras entre si, y se adentraron a la sala que les correspondía. Entre risas y estúpidas bromas, todos estaban pasando un buen rato.  Luke no apartaba la mirada de Abby, por lo cual no prestó atención alguna a la película. Ella se percató de su profunda e insistente mirada y un tanto incómoda intentó restarle importancia. Dos filas más adelante de donde Abby se encontraba, una pareja se besaba apasionadamente como si de ello dependieran sus vidas.

«Un humano está hecho de sangre, huesos...Y un montón de sentimientos estúpidos.» pensó. Reprimió una sonrisa y prefirió permanecer en silencio. Unos veinte minutos después, la película finalizó. Jake tomó la mano de Abby por unos segundos para después ponerse en pie y sonreírle tímidamente. Luke le miró extrañado y salió rápidamente del lugar, no sin antes despedirse.

—Los veo luego —dijo Cassie—.

— ¿No vendrás con nosotros? —Jake le lanzó una mirada difícil de describir—.

—En realidad pensaba pasar el resto de la tarde con Abby, aunque supongo que está bien, entonces —sonrió dulcemente—.

Jake sonrió igualmente y los guió hasta donde estaba estacionado su automóvil. En menos de quince minutos ya se encontraban en su casa. Algunos jóvenes esperaban ansiosos la llegada de Jake y al percatarse de su presencia, una luz desprendía de los ojos de todos. Saludó de forma rápida a todos y se adentró en su casa para sacar unos cuantos paquetes de una bolsa y comenzar a intercambiarlos por dinero. Una chica con el cabello rosa fue la primera en recibir lo que tanto anhelaba. Tomó entre sus manos la pequeña bolsa y con un leve temblor en sus manos la abrió y esparció el polvo blanco en hileras sobre una mesa. Comenzó a aspirarlo  y su cara adoptó facciones de alivio. El recuerdo de su padre realizando la misma acción hace unos cuantos años la invadió. En varias ocasiones lo había visto haciendo eso, y le hizo prometer no decir palabra alguna sobre el asunto a su madre. Una vez, accidentalmente tomó una pastilla de éxtasis pensando que le serviría para el fuerte dolor en su cabeza que se hacía presente. Todo por un error, hasta que Jake influyó en sus decisiones.

Jake tomó el brazo de Abby, alejando sus pensamientos, y se tambaleó. Abby aspiró su olor, cerveza y cigarrillos. La sacó a rastras de allí y la llevó a su cuarto. Agarró un cuaderno desgastado y sacó una hoja de allí.

— ¿Haz estado dibujándome? —preguntó Abby, perpleja—.

—Si. Aunque no es muy bueno... —respondió con nerviosismo—.

—Esta perfecto, Jake —sonrió de soslayo—. Aun conservo el dibujo que me diste hace un par de años. De mi familia.

Jake le miró con asombro y se acercó a ella, para después depositar un delicado beso en su mejilla. Abby le estimaba mucho, pero nunca había pasado algo más entre los dos. Era su mejor amigo, y no quería perderlo. Al bajar las escaleras Luke estaba allí fulminando a todos con la mirada. Al notar la presencia de Abby, su expresión cambió totalmente. Lucía aliviado. Le sonrió y no apartó la mirada de ella. Abby vio sus perfectos ojos azules resplandecer en todo ese aura de misterio que le envolvían.

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You found me. (Luke Hemmings)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora