Un capítulo interesante... (/ - \)
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Un ratón en la habitación
Aunque el llavero que le regaló Emma fue el obsequio favorito de Nicolás, el que más aprovechó fue el licor cortesía de Yago Almanza. Afortunadamente Gino creía que su hijo pasaba el día con su vecina, porque de haber estado al tanto de la verdad las cosas se complicarían aún más para Nicolás.
—¿Entonces no está contigo? —preguntó Jack a Emma. El pequeño llevaba una hora esperando a su hermano.
—Para serte sincera no... —Emma también estaba preocupada—. Él me pidió que lo encubriera pero... No sé porque acepté —Ahora no sabía qué hacer—. Si le pasa algo será mi culpa.
—¡Odio que haga esto! —Jack pateó una piedra.
—¿Suele desaparecer sin que nadie sepa dónde está?
—Los viernes y sábados suele ir a fiestas, pero hoy es jueves —se quejó Jack—. Yo tendría que saber dónde está.
Emma y Jack continuaron esperando a Nicolás.
Como ya no le quedaba ni una sola gota del vino que le regaló Yago, Nicolás visitó al Rincón Europeo para comprarle algo más fuerte. No obstante, La pulga se negó a venderle otra cosa; porque, según la pulga, él no se perdonaría enviciar al hijo de su amigo. Por lo que Nicolás abandonó el bar con más botellas de vino. Eso serviría por ahora.
Empezó a anochecer, era hora de volver a casa. Arrancó a Vita y la condujo hasta la calle Magnolias.
—¡Es él! —gritó Jack cuando lo vio llegar.
Emma, que acompañaba a Jack, apenas podía creer lo que veían sus ojos verdes. Nicolás al bajar de Vita tuvo que sostenerse para no caerse.
El chico estaba ebrio.
—¡Estás borracho! —le reclamó.
—Buenas noches, Emma —dijo él en tono acusador—. Primero el saludo, después el sermón.
—¡Pero qué ejemplo le das a tu hermano!
—Jack, no me mires —pidió Nicolás.
Jack se cubrió los ojos.
—Será mejor que mi papá tampoco te mire, Nico —dijo el pequeño.
A pesar de estar alcoholizado en un punto antes de olvidar su nombre, Nicolás sabía que el enano tenía razón. No sabía qué haría Gino de mirarlo en ese estado, pero tampoco quería averiguarlo.
—Tengo una misión para ti, Jack.
—¿De cuánto estamos hablando?
—Diez dólares —dijo a su hermano.
—¡Hecho! Yo no te vi.
—¿Le vas a pagar diez dólares a tu hermano menor para que solape tu borrachera? —le preguntó Emma, molesta.
—Es cierto, eso está mal—reconoció Nicolás un poco avergonzado. Emma respiró un poco más tranquila—. Jack, te daré otros veinte dólares, pero también debes distraer a Gino para que yo pueda entrar a la casa.
—¡Hecho!
—¡Nico! —chilló Emma—. Se supone que TÚ eres el ejemplo a seguir de Jack.
Nicolás dudó:
—Jack, ¿soy tú ejemplo a seguir?
—Eso creo —dijo dubitativo el pequeño.
—Mal hecho. A partir de ahora tu ejemplo a seguir será Emma.
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La Mariposa Enjaulada ©
FantasíaEn un pueblo perdido en el mapa llamado Austen, el corazón roto de Yoshiko maldijo a la sangre del hombre que la traicionó; y por ello, Emma, la hija del maldecido, morirá a manos de Yamamba, el demonio de las montañas, de no ser liberada. Nicolás R...