Lo que tenga que ser será

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Hola de nuevo, hoy no solo te saludo sino que también me despido. A lo largo de este tiempo he intentado hacerte participe de mi historia con Elettra, pero las hojas se acaban y no tiene sentido alargar lo que  inevitablemente tiene que acabar.

Han pasado cinco años desde el accidente, lo recuerdo como si fuera ayer, no es algo que se pueda superar... aún hoy me duele, pero finalmente aprendí a vivir con ello. Durante meses lloré la ausencia de Tomás sobre su tumba y rogué a Ana su perdón a pesar de que ya me lo había dado. Pero al final, ¿sabes que? no era cuestión de tiempo, ni del perdón de otras personas, todo estaba dentro de mi. Aunque deseara con todas mis fuerzas olvidar lo ocurrido, eso no iba pasar y seguiría sintiendo un pinchazo en el estómago al recordarlo. Solo cuando acepté que el accidente formaba parte de mi y me perdoné a mi misma, conseguí seguir adelante.

Pero antes de cerrar este pequeño diario quiero contarte lo que me pasó a lo largo estos cinco años. 

Estuve ingresada en el hospital durante dos meses, no hace falta que te diga lo lentas que pasaban las horas entre esas cuatro paredes. A pesar de estar débil físicamente y psicológicamente, cada día  me encontraba algo mejor. He de admitir que en parte mi evolución fue gracias a Elettra, verla aparecer cada mañana  me daba fuerzas 

Los primeros días nos saludábamos con cierta timidez dejándonos un beso en la mejilla, hablábamos de todo y a la vez de nada, jugueteábamos con nuestras manos y nos besábamos fugazmente. Cuando se hacía de noche ella se despedía con un beso algo más intenso y yo empezaba a contar las horas que faltaban para que volviera a aparecer. Eli era la persona más dulce que había conocido en toda mi vida, me trataba como si en sus manos fuera porcelana.

A los quince días  mi familia tuvo que regresar a Barcelona,  yo aún no estaba en condiciones de abandonar el hospital y por ello estuvieron a punto de cancelar su viaje, pero entonces apareció una vez más Elettra

_ Cuidaré de ella_decía_ no tengo nada que hacer y estaré en Madrid durante un tiempo

Lo que no sabía nadie, ni tan siquiera yo, era que había cancelado su gira y su madre ya había regresado a Italia. Todas las noches volvía a la habitación de su hotel para levantarse al día siguiente y venir a verme. No habían sido pocas las ocasiones en las que se ofreció a quedarse conmigo por la noche, pero mi tía siempre le daba la misma respuesta

_ Ahora no hace falta cariño, mientras estemos en Madrid podemos arreglárnoslas_ Sin saber que en realidad Elettra no se ofrecía por cortesía, deseaba quedarse a mi lado, incluso lo necesitaba

La primera noche que Elettra pasó conmigo fue mágica, recuerdo que tenía la intención de recostarse en el sillón para verme dormir 

_¿Que haces?_ le pregunté sonriendo

_ Dormir, tienes cada pregunta

_ No, ¿que haces durmiendo ahí? ven conmigo

Ella me miró pensativa, decía que no quería hacerme daño, pero ante mi insistencia y su deseo de abrazarme acabó cediendo. Se recostó a mi lado, me rodeó con un brazo y me atrajo hacia ella, no paró de acariciarme durante toda la noche, y aunque llevaba días sin poder pegar ojo, logró que durmiera con la cabeza apoyada en su pecho. 

A la mañana siguiente me desperté con los rayos del sol golpeando en mi cara, ella no dormía, ni tan siquiera parecía que lo hubiera hecho, solo me miraba. 

Nos pasamos la mañana riéndonos entre anécdotas pasadas, viendo la tele abrazadas y perdiéndonos en nuestra mirada. Por la tarde y a regañadientes conseguí que fuera a su hotel a asearse y descansar mientras me quedaba con Uri

Blumettra y otras mil maneras de matarse lentamenteWhere stories live. Discover now