Parte 5

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Kyubi

Al fin llegue a la casa de Aria, para ser sincero esta un poco mas oculta de lo que ella aclaro en un principio, ¡me llevo treinta minutos encontrarla!

Era mas o menos como la describió, una cabaña pequeña y de madera con una puerta, sin ventanas, un pequeño jardín de hiervas medicinales que cualquier ignorante del tema confundiría con simples malezas, oculto entre la enramada se encontraba un pequeño cobertizo, también de madera, en el cual, sospecho que guardara las cosas para hacer jardinería y un poco mas apartado de la casa un pozo del cual extraer agua.

Llegue hasta la entrada y allí me detuve, en mi mente recree mi forma humana y en pocos segundos ya me encontraba parado sobre mis dos pies frente a la puerta de la casa de la misteriosa chica me me había salvado la vida por alguna razón que desconozco y que en estos momentos se encuentra en una cueva semisecuestrada por mi.

Apartando estos detalles de mi mente coloque mi mano en el pomo de la puerta la abrí atravesando el umbral. Lo primero que percibo fue el olor de Aria, se encontraba en cada rincón de la casa, en segundo fue el olor de un hombre, por lo visto estuvo aquí hace poco, tres o cuatro días como mucho ¿Quien sera el? ¿Que parentesco tendrá con Aria?

Ignorando estos pensamientos camino por la casa hasta llegar a una de las habitaciones. La puerta de una madera un poco mas oscura que la del resto de la casa, y se nota descuidada, casi como si no hubiese sido abierta en barios meses.

Entre en el cuarto, encontrándome con el olor de otro hombre distinto al de la entrada, este apenas se notaba en el ambiente, señal de que no ha estado aquí en barios meses,  ¿y este hombre quien sera? Tengo demasiadas cosas que preguntarle a Aria, pero no quiero presionarla.

Eche un breve vistazo a la habitación hasta que mis ojos recayeron en un arcón desgastado por el paso de los años y con un cierre de metal oxidado que le daba un aspecto por demás tétrico. Me acerque y con un poco de esfuerzo logre abrirlo, dentro se encontraban algunos pantalones, camisas de hombre, y ademas había una capa negra lo suficientemente larga como para cubrir mis preciadas colas y taparme la cara. 

Me vestí con las prendas del arcón y puse en una bolsa de cuero un cambio, regrese la capa a su sitio junto con la ropa restante y salí de aquel sitio que me producía escalofríos, dejando la puerta abierta.

Recorrí un poco mas la casa, llegado hasta un corto pasillo algo apartado del resto, que conducía hacia una puerta de madera mas clara que la anterior clara, pero esto era lo de menos, un dragón y un grifo custodiaban  la entrada con fieras miradas en sus ojos, sus cuerpos parecían querer salir de la mismísima madera para atacar a los intrusos que se atrevan a desafiarlos entrando en su territorio. Cada detalle fue echo con precisión milimétrica pero a la vez descuidando ciertos aspectos que le daban vida.

Sacudí mi cabeza de un lado a otro para poder librarme del asombro que me producía tal tallado, con cierta incertidumbre de lo que podría esconder, tome el pomo y lo gire con lentitud, mientras que abría la puerta y revelaba sus secretos.

Mis ojos se abrieron con sorpresa y mi mandíbula casi tocaba el suelo, mi vista iba de un lado de la habitación al otro sin poder creerlo. Las paredes, el piso y el techo estaban pintados de manera casi realista, los paisajes que reflejaban encajaban a la perfección.

Sobre mi cabeza brillaba un cielo estrellado diferente muy del real, cada una de sus estrellas acompañaba con su brillo a una luna que parecía sonreír, a su alrededor las nubes reflejaban el tenue brillo de esta.

Sobre mi cabeza brillaba un cielo estrellado diferente muy del real, cada una de sus estrellas acompañaba con su brillo a una luna que parecía sonreír, a su alrededor las nubes reflejaban el tenue brillo de esta

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El zorro de las nueve colasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora