Parte 6

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Kyubi

Mierda, mierda, ¡¿en que diablos estaba pensando?! ¿como pude hacer algo tan estúpido como eso? ¿con que cara regreso ahora?

A mi mente regreso el recuerdo de de ella bañada por la luz del medio día, con los cabellos al rojo vivo danzando con el viento, por un momento pude ver una chispa que capto mi atención por completo y, para ese punto, me fue imposible romper el hechizo que ella impuso en mi, mis resistencias decayeron ante esos labios rosa intenso y esa mirada del color de las esmeraldas, y ese beso... quien sabe lo que hubiera ocurrido si no me hubiese detenido en ese momento. 

¿Como se lo iba a explicar? ¿Y si no quería volver a verme? La casa tenia el olor de otro hombre, seria con toda seguridad su pareja.En ese momento imágenes de ella con otro hombre besándose pasaron por mi mente y solo me hicieron sentir peor de lo que ya me sentía.

Decidí pasar un tiempo bagando por el bosque hasta que lograra calmarme y pensar bien las cosas. Regrese cuando la luna se encontraba asomando por el horizonte alumbrando un poco, dispuesto a disculparme y afrontar todas las consecuencia por mis actos.

-Espera no entres -dijo la voz de Aria sorprendiéndome, ya que estaba mas que seguro de no haber hecho ni el mas mínimo ruido.

 -Aria, se que estas enfadada por lo de hace rato y... -con la poca luz de luna que entraba por la cueva pude ver la espalda de perfecta figura desnuda, su piel blanca y tersa con algunos tonos rosados. Hundí las garras de mis cuatro patas en un intento de no abalanzarme sobre ella y devorarla en este sucio suelo de tierra y piedras- ¿que haces desnuda? 

-Me estaba cambiando, mi ropa vieja me molestaba -dijo sin mirarme, mientras se colocaba unos pantalones que se amoldaban a la perfección a su esbelto trasero y...

-Lo siento -no me había percatado de que continuaba mirando su espalda y un poco mas abajo, totalmente embobado, aparte la vista y mire hacia a fuera, directo a la luna- por lo de hace rato, no debi besarte.

-No importa -contesto ella mientras yo la oía vestirse a mis espaldas.

-Claro que si importa tu... tu... -mi voz temblaba y no podía pronunciar esas palabras.

-Solo fue un beso, no es el fin del mundo -pude escuchar como se acercaba a mi con un poco de dificultad, al menos ya podía pararse sin problemas- es una linda noche -al ver mi insistencia en el tema agrego- ya bastas de discusiones por hoy ¿si? - ella me miro a los ojos de manera suplicante.

-Bien, tu ganas -camine hasta un rincón en la cueva, me acosté y, como en las noches anteriores Aria se acomodo entre mis colas y mi estomago, donde parecía estar mas cómoda y resguardada del frió- duerme bien -le susurre pero ella ya estaba dormida. 

El resto de la noche se me la pase contemplando la figura dormida que reposaba tranquilamente en mi estomago, ajena a todo el caos que había generado en mi interior sin quererlo. Nunca nadie fue capas de plantearme tantas incógnitas y dudas sobre una cuestión. Con todas las preguntas de ese día y de los anteriores rondando por mi cabeza me dormí. 

Los días continuaron sin muchos mas cambios, yo me encargaba de traer la comida y Aria la cocinaba de maravilla. Por otro lado, su pierna estaba sanado gracias a las hierbas que le conseguía en el bosque con frecuencia, que ella, con gran habilidad convertía en medicina que aplicaba en la zona afectada. 

Las cosas entre nosotros habían mejorado, dejado atrás la escena del beso, ambos convivíamos en paz, aunque no lo negare, me muero por volver a probar esos labios tan dulces y por recorrer con mis manos cada sen...

-Sabes, la herida de mi pierna ya esta mejor y puedo caminar un poco, ¿podemos salir? -en este tiempo llegue a conocerla lo suficiente como para reconocer ese tono de voz de niña buena, lo usa para convencerme, ella sabia de sobra, que, por mas que me niegue en un principio siempre acabo cediendo. 

El zorro de las nueve colasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora