Parte 13

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K

Kyubi

Todo mi cuerpo duele horrores, apenas si puedo abrir los ojos y no creo que pueda levantar la cabeza para comprobar la gravedad de mis heridas, hasta respirar duele. Forzando mi cuerpo más de lo que hubiese deseado logre mover mi cuello para mirar los pequeños y dolorosos agüeros que las flechas dejaron en mi piel, la sangre que había escurrido de la herida y manchado mi pelaje de rojo ya se encontraba seca, a unos pocos metros de donde me encontraba yacían las causantes de que nuestra frustrada huida ¿Quién las había quitado?

Estaba muy agotado como para mantener mi cabeza recta por lo que simplemente me la deje caer, levantando una pequeña nube de polvo en cuanto choco contra el suelo. Mantuve mis ojos entreabiertos intentando separar mi mente del dolor para apaciguarme, intentando concentrarme en lo que fuera.

Poco a poco, recupere la claridad junto con la calmarme, mirando a mi alrededor en busca de Aria, pero ella no se encontraba por ningún, pero como si una luz me hubiera iluminado las ideas recordé los últimos segundos antes de quedar inconsciente, se la habían llevaron. No pude hacer nada por ella otra vez, quien sabe en donde este ahora, soy un inútil.

Solo me quede allí tirado como un trapo viejo, sin fuerzas ni voluntad para moverme, perseguido por mis pensamientos culposos, y así, la noche se cernió sobre mí y mis penas.

-¡¿Qué demonios haces aquí tirado maldito zorro?! -levante mi cabeza para encontrarme con la ya conocida mirada de desprecio de Allaro- ¡Vengo desde el bosque siguiendo el repugnante olor de tu sangre, solo para encontrarte aquí tirado lamentándote!

-Déjame solo -dije agachando la mirada, no quería verlo, no quería escuchar sus reclamos cuando ya sabía de antemano lo que diría.

-Sí, te dejare solo una vez hayas salvado a Aria, y llevado lejos de este reino de locos -dijo mientras se acercaba a mí, con la cabeza en alto- ¿quieres perderle para siempre idiota?

-Claro que no, pero no se quien se la llevo, ni a donde, ¿Cómo pretendes que la recupere si ni siquiera puedo dar un paso sin caerme? –desvíe la mirada hacia el cielo estrellado- quien sabe, talvez él sea capaz de protegerla cono no pude hacer yo, seguro que la tratara como a una reina, tendrá todo lo que quiera...

-¡Todo lo que quiera menos a ti! -gruño Allaro, pero su expresión cambio- mira, el reino más cercano se encuentra saliendo del bosque, es muy probable que...

-¿Y si le gusta más esa vida que la yo puedo darle? –pregunte con tono monótono, sin dejar de mirar hacia arriba, como esperando una señal de aquellos pequeños puntos brillantes en el cielo.

-Eso lo averiguaremos luego –contesto gruñendo y caminado de un lado a otro, con la cabeza gacha en una postura pensativa.

-¿Qué puedo hacer yo? me derribaron dos veces... no puedo protegerla –baje la mirada para verlo- además, ¿qué será de ella?

-Eres un desastre –suspiro cansado por todos mis problemas- te ayudare a rescatarla, solo si prometes llevártela lejos, a un lugar en donde puedan estar en paz –me miro con la determinación brillando en sus ojos- solo debes hacer exactamente lo que yo te diga.

-Solo espero que tengas razón -dejando el dolor de lado, y con un gran esfuerzo, me puse en pie- ¿Cuál es el plan?

-¿Porque supones que tengo un plan? -no dije nada solo mire esperando que el interpretara mi expresión- está bien... tengo uno, tu puedes volverte un humano pero yo no, nos infiltraremos en el reino con la excusa de que eres un cazador y yo tu compañero canino, buscaremos información de donde esta ella preguntando a los habitantes, alguien debe de saber –con un gesto que asemejaba a una sonrisa continuo- no es que pueda pasar precisamente desapercibida con ese tono de cabello.

El zorro de las nueve colasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora