Parte 10

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Kyubi

La deje durmiendo pacíficamente en su cama y corrí al bosque en busca de la comida. Llevaba ya un buen rato de casería cuando vi fue un ciervo, me abalance sobre él y lo devore con voracidad.

Tras quedar satisfecho solo me quedaba buscar los conejos para Aria y podría volver. Vague por el bosque es busca de esos escurridizos animalejos hasta llegar a un claro donde estaba lleno de ellos, desde donde me encontraba elegí a los mejores, me acerque con el sigilo característico de los cazadores y saliendo de detrás de unos árboles logre atrapar a unos cuantos.

Regrese a la casa por la parte trasera, llevándome el desagradable recordatorio de que había un cadáver decapitado en un avanzado estado de descomposición en el patio, decidí que mañana por la mañana lo enterraría en lo más profundo del bosque, al menos de esa manera servirá de abono para las plantas.

Dejando eso de lado, di la vuelta a la casa para ingresar encontrándome con la puerta abierta de par en par, solté los conejos y corrí a la habitación de Aria con el corazón colgando de un hilo, el miedo me inundaba a cada paso que daba.

Me esperaba todo menos esto.

En cuanto entre a la habitación lo primero que vi fue el cuerpo tranquilamente dormido Aria y... Y estaba abrasando cómodamente a un lobo negro que me miraba fijamente con sus ojos rojos mostrando apenas sus colmillos, en respuesta yo mostré los míos. Los dos comenzamos a gruñir cada vez más fuerte, era casi inevitable un enfrentamiento entre los dos, hasta que...

-¡Ya basta los dos! -el grito de Aria detiene nuestros gruñidos y la mire desconcertado mientras que el lobo seguía con sus ojos clavados en mí, mostrando sus colmillos- ¿qué está pasando?

-¡Esa cosa está en mi lugar! -dije ofendido al ver que un sucio y repugnante lobo estaba en MI lugar de la cama y acostado con MI Aria- ¡sácalo de allí!

-¡Espera! -ella se abrazó al cuello del lobo como si fuera un peluche, eso me saco de mis casillas, tome al lobo en un rápido movimiento por el pescuezo y lo arrastre por la habitación hasta la salida- ¡espera!... Kyu...bi.

Un golpe sordo se escucha, al voltear la mirada vi a Aria desplomada en el marco de la puerta. Mi corazón se detuvo en ese momento, solté al lobo y corrí hacia ella con el alma colgando de un fino hilo. Respiraba y no tenía fiebre solo estaba inconsciente por el repentino esfuerzo, la tome en mis brazos y la lleve de regreso a la cama.

-No debiste hacer eso zorro estúpido -di vuelta la mirada para ver de quien era esa voz y para mi sorpresa el lobo estaba en la puerta mirándome fijamente- ¡eres un idiota, su salud es delicada y aparte de dejarla sola haces que empeore! ¿Quieres matarla?

-¿Tú quién eres para opinar sobre esto? -estaba molesto conmigo mismo, ese estúpido lobo tenía razón- ¡Vete!

-¡No! Este es mi bosque y ella una de las criaturas que vive aquí, por lo tanto, es mi responsabilidad cuidar de ella, no pienso permitir que se quede al cuidado de un zorro tan irresponsable y estúpido, que la deja sola para salir a alimentarse, ¿qué hubiera pasado si la fiebre sube o si alguien viene cuando no estás?

-No soy irresponsable solo salí un momento a cazar para alimentarla...

-Se ve que no aprendes, esto ocurrió cuando tú estabas cazando, ¡estas heridas son por tu culpa! -baje la mira, él tenía razón, todo lo ocurrido paso mientras yo no estaba vigilándola- ¿porque mejor no te largas de mi bosque? solo traes problemas.

De pie junto a la cama no podía creer lo que oía y lo peor es que tenía toda la razón, cerré los ojos y respire el dulce aroma de Aria por última vez.

El zorro de las nueve colasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora