Parte 17

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Kyubi

-Aria -ella mantenía la vista baja clavada en el suelo- me alegro de que estés bien -dije mientras la abrasaba, al mismo tiempo que ella colocaba la cabeza en mi pecho y lloraba.

Apoye mi mentón en su cabeza, al hacerlo sentí el desagradable olor de la sangre humana impregnado en su piel contaminando su dulce olor a flores y tierra mojada.

-¿Qué pasa? ¿Te lastimaron? –nada, ni siquiera levanto levanto la mirada- ¡Dime algo! –la tome por los hombros para apartarla un poco pero ella seguía con la mirada baja.

Nada, ella no reacciono en lo absoluto ante mi desesperado pedido, tampoco apuso resistencia ante la leve sacudida, parecía que se encontraba en otro mundo.

Un leve quejido producido por Allaro me distrajo un momento de ella, gire mi cabeza para mirarlo por un breve instante, luego la regrese para contemplar el objeto de mi preocupación, pero no se encontraba allí ¿Cómo? ¿Dónde?

-Gracias por salvarlo –su vos sonó detrás de mí como si fuera la de un ente ajeno a este mundo, ella prosiguió con el mismo tono mientras examinaba las heridas- y gracias por salvarme a mí.

-¿Salvarte? Supongo que ese era el plan original, pero...

Mis ojos estaban clavados en su espalda y en sus rojos cabellos que caían como una cascada de fuego, mis oídos percibían hasta la última silaba de sus palabras.

-No me refería al salvarme del rey...sino a algo mucho peor –sus manos acarician el pelaje negro del lobo con cierta ausencia que me inquietaba- de lo que en verdad me salvaste fue... de... mi...

No entendía en lo absoluto a que se refería ¿Salvarla de ella? Casi sin yo quererlo mi boca se movió para preguntar aquello que rondaba por mi mente generando confusión.

-Aria... no comprendo a que te refieres.

Ella se levantó lentamente y aún más lento se giró para verme, por primera vez desde que toda esta locura comenzó, a los ojos. Camino unos pasos, pero manteniendo la distancia, como si en cualquier momento fuera a saltar de regreso al bosque.

-Eso ya no importa, lindo zorrito –se acercó unos pasos más a mí- solo quiero saber una cosa... -con un enorme esfuerzo trague el nudo que se había formado en mi garganta- ahora que sabes la verdad de sobre mi ¿Qué harás con ella?

-Aria, no tengo idea a que te refieres –intente arecer lo menos nervioso posible sobre aquella situación.

-Kyubi... no intentes ocultarlo, sé que lo sabes o sospechas algo, solo dime que harás –sus manos se apretaron formando un puño y sus ojos se cerraron con fuerza.

-Aunque sigo sin entender muchas cosas sobre ti hay algo que se con certeza –con paso firme me aproxime a ella y a abrace con fuerza, tomándola por sorpresa e impidiéndole todo escape- jamás permitiré que alguien o algo te aparte de mi lado y jamás más vas a volver estar sola de nuevo...

Ella permanecía estática en mis brazos y por un momento temí que me rechazara, pero no fue así. Se aferró con fuerza a mi camisa mientras lloraba y susurraba incoherencias. Tras unos minutos su llanto disminuyo a pequeños sollozos e hipidos, nos separamos un poco para mirarnos a los ojos, mientras la distancia entre los dos se acortaba cada vez más y nuestros alientos se cruzaban para finalmente, fundir nuestros labios en un lento y pausado beso, disfrutando del otro.

Cuando nos separamos pude ver ese característico brillo en esos ojos del color verde que recorvan a la yerba de un prado en primavera, solo con esa mirada comprendí lo todo, estaba más que seguro que mis ojos brillaban de la misma manera, expresando todo aquello que no podíamos decirnos con simples palabras.

El zorro de las nueve colasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora