Prefacio

21 1 0
                                    


Ante el mundo soy como un muñeco, uno de esos a los que los niños pueden observar a través de un aparador y deleitarse con su perfección casi irreal pero, por dentro estoy roto, igual que esos muñecos, roto y solo, porque yo lo he querido así o más bien porque no hay nadie que logre comprenderme y, aunque estoy cansado de estar solo, lo oculto; aparto a todos porque ya no quiero más sonrisas hipócritas, mentiras y falsos sentimientos; reprimo todo y lo disfrazo con sonrisas descaradas, malas palabras y ante todo orgullo.

Entonces de repente estoy ante ti, me miras con esos bonitos ojos tuyos que brillan intensamente de un modo en que no he visto, y están tan llenos de odio, enojo y frustración que casi siento que eres mi reflejo o más bien, la parte que me falta.

Eres todo aquello por lo que siempre he aguardado y aunque todo en ti me muestra cuanto me rechazas, sé que es cuestión de tiempo, si, tiempo, porque es lo que más tengo y porque no importa si me hace falta la eternidad para hacerte cambiar de parecer ya que por ti puedo seguir esperando.

—"Eres mío, me perteneces por entero y para siempre"— te murmuro al oído, aún ocupado en mantenerte preso bajo mi cuerpo y en casi forzar caricias sobre tu piel de seda.

Te miro y aguardo por una respuesta; incluso si me dices que me odias estará bien pero, por eso jamás espero que al abrir esos dulces y carnosos labios tuyos dejes salir palabras que me dejan helado y expuesto.

Luz En Mi OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora