—¿Es que no sabes conducir más rápido? —se quejó Kihyun con frustración.
—Tenemos que mantener una distancia de seguridad —explicó el conductor antes de cambiar de marcha—. ¿O es que quieres que nos descubra?
El pelirrosa bufó en respuesta y se cruzó de brazos. Mientras tanto, Changkyun no despegaba la vista de la ventanilla de la derecha: estaban yendo a una velocidad de caracol por la carretera de una calle de varios carriles. Iban tan lento que seguramente podría abrir la puerta y bajar del coche andando tranquilamente.
—Los vamos a perder —avisó Kihyun al ver que el vehículo de Hoseok empezaba a ir más rápido.
—Esto es un cincuenta —respondió Hyungwon con seriedad—. La seguridad vial es lo primero.
—El problema es que vamos a treinta por hora —dijo mordazmente el copiloto.
El alto chico iba a responder, pero un coche gris que iba detrás de ellos les pitó y les adelantó por el carril de la izquierda mientras les gritaba y les insultaba. Hyungwon se encogió en el asiento y apretó el volante con fuerza.
—¿Pero ese de qué va? —logró decir tras recuperarse del susto.
—Vamos, adelántale —exigió Kihyun. En circunstancias normales, Hyungwon no lo habría hecho; pero ese idiota les había insultado. Sin pensarlo demasiado, pisó el acelerador para alcanzar al coche que les acababa de traspasar.
A Changkyun se le subió el estómago a la garganta y se sujetó asustado al agarrador del techo, arrepintiéndose por vigésima vez de haber venido con ellos.
Antes de adelantarle del todo, pasaron al lado del vehículo gris y Kihyun saludó con la mano alegremente al señor, que les miró indignado y empezó a soltar maldiciones.
El pelirrosa se rio con ganas y se giró hacia Hyungwon, dándole un golpecito en el brazo.
—¿No te sientes bien al no dejarte pisotear?
Hyungwon le miró y se rio nerviosamente; después de todo, no se sentía cómodo yendo a mayor velocidad de la permitida. Se había alterado tanto que no se había dado cuenta de que iban mucho más rápido que antes. Demasiado rápido.
—Ro...rojo —tartamudeó Changkyun al comprobar con horror que se acercaban a un semáforo cerrado—. ¡Rojo!
El grito asustó al conductor, que pisó el freno a tiempo y consiguió detenerse justo antes de la línea pintada del suelo. Todos se quedaron mirando a la nada y con la respiración agitada: esta operación secreta les iba a acabar costando la vida.
—La próxima vez... conduzco yo —logró decir Kihyun con la voz entrecortada; tras unos segundos, ambos se rieron y Changkyun suspiró. El pequeño chico volvió a fijar la vista en la ventanilla de su lado y lo que vio le provocó otro susto parecido al del frenazo: acababa de batir su propio récord de infartos por minuto.
Con los ojos abiertos como platos, finalmente pudo reaccionar y se agachó, cubriéndose la cabeza con las manos. El repentino movimiento de Changkyun llamó la atención de su compañero de piso, que se giró hacia él extrañado.
—¿Qué ocurre? —Changkyun no pudo emitir sonido alguno y señaló con el dedo índice a la ventanilla; cuando Kihyun miró hacia su derecha, comprendió por qué debían esconderse: estaban justo al lado del coche de Wonho.
—Mierda —masculló alarmado antes de escurrirse sobre el asiento y usar una mano para taparse la cara. Empezó a tirar de la manga de la camiseta de Hyungwon para atraer su atención y, cuando él también los vio, hizo unos aspavientos extraños con las manos y acabó mirando al lado contrario para evitar ser descubierto: su gran estatura y el volante le impedían esconderse o agacharse.
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A dos notas de tu corazón [WonKyun]
FanfictionPara Changkyun, Wonho es como una estrella: algo muy brillante, pero también lejano e inalcanzable. El popular chico vive en un mundo totalmente distinto al de Changkyun, y él es muy consciente de ello. Tiene claro que, si intenta aventurarse hacia...