Capítulo 22: Un adiós especial

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Dos años y cinco meses después

Los escalones de la entrada de la facultad estaban un poco resbaladizos por la helada de los últimos días, por lo que Minhyuk tuvo que agarrarse al pasamanos para no caerse rodando hacia abajo.

Sus dientes castañeaban por el frío de febrero; se frotó sus brazos cubiertos por un abrigo verde para así poder entrar en calor antes de entrar al edificio. El aroma que le dio la bienvenida fue el del café que desprendía la cafetería a mano izquierda e, inspirando el agradable olor, sonrió ampliamente y caminó por los pasillos de primer curso.

Sus ojos se posaron por las diferentes puertas y en los antiguos alumnos que, al igual que él, habían venido el último día de aquel curso escolar a charlar con los profesores, a reencontrarse con sus excompañeros, o simplemente para rememorar viejos tiempos.

Cuando subió las escaleras y así ir a visitar las aulas de cuarto curso, unas voces que discutían en el pasillo le llamaron la atención; dejó de caminar y se quedó escuchándolos desde la esquina del corredor, sin poder evitar reírse por lo bajo al reconocerles.

—¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? —dijo Kihyun en un tono un poco molesto—. El señor Choi era el mejor profesor de economía.

—Ya, bueno, solo te aprobaba si eras el típico empollón que iba a todas sus clases —le contradijo Hyungwon—. Ah, es que tú eres un empollón, se me había olvidado.

—¡No soy un empollón! Solo considero que sacar buenas notas es primordial para... ¡oye!

El grito llamó la atención de Minhyuk, el cual se asomó para ver qué estaba ocurriendo: Hyungwon le estaba pinchando la mejilla a Kihyun con una enorme sonrisa mientras que el más bajo le apartaba la mano con fastidio. Nunca se llegaba a acostumbrar a que el pelo del amigo de Changkyun ya no fuese de ese tono rosa chicle tan llamativo, sino de un castaño oscuro, casi negro; probablemente se trataba de su color natural.

—¿Por qué sigues siendo tan bajo? —le preguntó Hyungwon en un intento por molestarle, pero su mirada cariñosa le delataba.

—¿Por qué sigues siendo tan pesado? —contraatacó Kihyun frotándose la mejilla.

—No soy pesado, solo digo la verdad. Tu triste realidad es que no tomaste suficientes lácteos de pequeño. —Kihyun suspiró, bajando la mirada; su semblante denotaba tristeza y Hyungwon se dio cuenta de que sus bromas le habían ofendido—. ¿Kihyun?

El castaño siguió sin alzar la vista, y el esbelto chico posó una mano en su hombro, empezando a preocuparse.

—Oye, no lo decía en se...

—Al menos, lo que me falta de altura lo compenso con lo que te falta a ti de cerebro —proclamó Kihyun, alzando la barbilla con altivez. Acto seguido, pegó un bufido y se marchó por el pasillo, dejando atrás a Hyungwon.

Minhyuk suspiró negando con la cabeza y por fin salió de su escondrijo, aproximándose al chico que ahora se revolvía el pelo con frustración.

—No ha ido como planeabas, ¿verdad? —comentó ya estando a su lado. Hyungwon le miró de soslayo y se apoyó en la pared contigua a su antigua aula de cuarto.

—Nunca dejarás de ser un metomentodo —respondió cerrando los ojos. Cuando los volvió a abrir, se encontró con una gran sonrisa risueña en los labios de Minhyuk y no pudo evitar sonreír también: su amigo tenía la sonrisa muy contagiosa.

—¿No deberías seguirle? —propuso Minhyuk colocándose a su lado en la pared.

—No —murmuró Hyungwon mirando al frente—, solo empeoraría las cosas.

A dos notas de tu corazón [WonKyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora