Capítulo 21: Cambios

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A pesar de que ya había amanecido, el ambiente era muy frío y Wonho se puso su cárdigan gris por encima de su camiseta de tirantes antes de bajar del apartamento para ir al parque en el que le estaban esperando.

Los nervios le consumían: no tenía idea de qué querrían sus dos amigos a esas horas de la mañana, pero debía de ser importante si habían ido hasta allí para hablarlo en persona.

Las chancletas que calzaba repiqueteaban contra el asfalto y no le protegieron de los restos de la lluvia que cubría el césped que rodeaba al parque, por lo que se empapó los pies y el bajo de sus pantalones de chándal. Sin embargo, esa era la última de sus preocupaciones.

Divisó a Minhyuk sentado en el asiento del viejo columpio, y a Hyungwon en un banco de madera a unos pocos metros del pelirrojo, dándole la espalda a Hoseok.

El castaño se acercó cauteloso hacia Hyungwon y se paró a su lado. El más alto mantuvo fija la mirada en el tobogán cuya pintura roja estaba empezando a desconcharse; se había dado cuenta de la presencia de Wonho, pero estaba demasiado concentrado en sus pensamientos como para saludarle. La seriedad de su expresión solo sirvió para asustar aún más a Hoseok, y apretó sus puños cubiertos de sudor frío antes de hablar.

—Qué... ¿qué ocurre? ¿Por qué estáis aquí?

Solo recibió un suspiro en respuesta; el pelinegro dirigió su cansada vista hacia Minhyuk y alzó un brazo cubierto por una sudadera negra para frotarse el ceño en un intento por calmar el dolor de cabeza que le estaba dando todo aquel asunto.

—Ve a hablar con él. —Wonho abrió la boca con la intención de preguntarle qué demonios estaba pasando, pero Hyungwon le interrumpió, por fin mirándole a los ojos—. Tiene algo que decirte.

Se quedaron mirándose unos segundos hasta que Hoseok giró el cuello lentamente hacia Minhyuk. El aire frío se coló por sus fosas nasales, saliendo en forma de vaho por su boca, y el sol que se asomaba de entre los edificios lejanos le cegaron momentáneamente: Minhyuk se mecía levemente en el columpio sin despegar la mirada de sus pies, y la luz de la mañana hacía que su cabello resplandeciera más que nunca.

Con un suspiro, Wonho se empezó a acercar a su amigo con el que tantas experiencias había vivido en sus años de universidad y con el que había hecho divertidas memorias que jamás olvidaría. Minhyuk siempre sonreía y le hacía reír, pero cuando se detuvo frente a él y se fijó en su expresión, supo que algo no estaba bien.

Tuvo el presentimiento de que, a partir de ese día, su amistad nunca volvería a ser la misma.

Por fin, Minhyuk pareció reparar en su presencia y alzó sus ojerosos ojos hacia él; le dedicó una sonrisa que se borró rápidamente, como si se sintiese culpable por sonreírle. Bajó de nuevo el rostro y se mordió el labio, agarrándose con fuerza a las cadenas del columpio.

—Hola —dijo Wonho con una pequeña sonrisa, tomando asiento en el columpio de al lado.

—Hola... —respondió el pelirrojo con un tono de voz apagado. Después del murmullo, ninguna otra palabra salió de su boca.

—¿Qué te pasa? ¿Dónde está el Minhyuk que no se calla ni debajo del agua? —bromeó Wonho con la esperanza de romper el silencio que se había establecido entre ellos y que estaba empezando a ahogarle. La risa amarga que recibió a cambio le preocupó aún más—. Oye... ¿qué es lo que tienes que decirme? —preguntó por fin, tratando de disimular su nerviosismo y rezando porque no hubiera ocurrido nada malo.

Minhyuk alzó los ojos hacia el cielo anaranjado antes de decidirse a hablar.

—Prométeme que no te enfadarás conmigo —dijo sin mirarle. Su voz había temblado al realizar la petición, y sus nudillos se volvieron blancos por la fuerza con la que se aferraba al columpio—. Prométeme que... no dejarás de ser mi amigo.

A dos notas de tu corazón [WonKyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora