Capítulo 19: La tormenta

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Aquel día se cumplía un mes desde que Changkyun había aceptado salir con él. Wonho estaba muy emocionado por volver a verle: se moría de ganas de abrazarle y besarle. Estaba contando los minutos para que la clase de economía terminase para así poder ir a buscar a su novio a su aula y darle el regalo que le había preparado por su primer aniversario.

El día anterior, tras ayudar a su madre a limpiar la cafetería después de que se fuesen todos los clientes, estuvo cocinando con ella unos muffins para dárselos a Changkyun. Su madre ya sabía que estaban saliendo juntos, y se había entusiasmado tanto que ella también quiso participar en el regalo para el pequeño chico.

Wonho le echó un vistazo a la bolsa lila que descansaba en el suelo al lado de su pupitre; desde arriba, se podía ver el contenido del táper transparente: las magdalenas estaban cubiertas de un frosting de color azul oscuro que imitaba la cara del monstruo de las galletas. Incluso le había hecho los ojos saltones del personaje televisivo que tanto le gustaba a Hoseok desde pequeño.

Y por supuesto, los muffins eran bajos en grasa, puesto que a Wonho le interesaba mucho la cocina saludable. Sonrió satisfecho, imaginándose la cara que pondría Changkyun al ver el regalo: pensaba molestarle un poco y pedirle algún favor a cambio, como un beso, o tal vez dos.

Cuando por fin sonó el timbre, cogió apresurado su mochila y la bolsa; se despidió de Hyungwon y Minhyuk, los cuales se iban a quedar un rato más en clase para repasar unos apuntes que el pelirrojo no entendía y se marchó del aula, sin ser consciente de que Minhyuk había clavado sus ojos castaños en él con una sonrisa extraña en los labios.

Su corazón golpeó su pecho con fuerza a medida que caminaba por el pasillo y antes de doblar la esquina, se detuvo dejando las cosas en el suelo para sacar su móvil del bolsillo trasero de su pantalón vaquero y así mirar su reflejo. Se peinó el flequillo con los dedos y comprobó que su gargantilla estaba en su sitio, que sus dientes estaban impecablemente blancos y que, en definitiva, estaba tan atractivo como siempre.

Con una sonrisa, volvió a guardarse en teléfono, se planchó su camisa azul cielo con las manos y recogió las cosas del suelo antes de retomar su camino. Sin embargo, nada más ver a Changkyun apoyado en la pared a tan solo unos metros de él, se paró en seco y su sonrisa se ensanchó: ¿acaso le estaba esperando?

Se sintió enternecido por aquel gesto y se empezó a acercar a él, con unas ganas tremendas de abrazarle.

—¿Changkyunnie? —le llamó animadamente ya estando a su lado. El aludido parecía no escucharle y tenía la vista fijada en el suelo; Wonho volvió a llamarle sin recibir respuesta alguna y su sonrisa fue sustituida por un puchero—. Oye, Changkyunnie —insistió zarandeándole suavemente su brazo cubierto por una grande sudadera gris.

Fue entonces cuando logró captar su atención y alzó sus ojos felinos para mirarle.

—Ah... hola —le saludó desganadamente.

A Wonho le dolió recibir ese saludo después de no haberse visto por un mes, pero el sentimiento de preocupación fue mayor—. ¿Ocurre algo? —Changkyun negó con la cabeza y se forzó a sonreír. El mayor le observó sin creerle y reparó en que su carpeta estaba tirada en el suelo a unos metros de él—. ¿No es esa tu carpeta?

Antes de recibir una contestación, se agachó para coger el portafolios y se lo ofreció al pelinegro, el cual lo agarró apresurado y lo apretó contra su pecho.

—Gracias... se me debió haber caído.

Era evidente que algo le pasaba, y a Wonho le mataba por dentro no saberlo. No quería forzarle a que se lo contara, así que decidió que sería buena idea darle su regalo para tratar de animarle.

A dos notas de tu corazón [WonKyun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora