Baño de prefectos - Drarry.

Capítulo 8

Los días consiguientes a ese, cada vez que hablaba con Dean, sentía como era observado desde algún lugar.
Definitivamente no lo hizo caso a Draco... O bueno, quizás un poco.
Ahora intentaba no tener mucho contacto con su amigo, aunque no pensaba dejar de hablar con él solo por los celos del rubio.

Pero si había algo que le molestaba, era que el chico le ignoraba. ¡Le ignoraba completamente!
Sólo lo miraba cuando estaba con Dean, con el ceño fruncido y la cabeza en alto.
Había incluso intentado hablarle, pero hacía como si no existiera.

También había intentado ir al quinto piso, pero cuando entraba al baño de prefectos, no había nadie.
El chico no tenía límites de inmadurez.

Aunque le fastidiaba en demasía, lo encontraba algo tierno.
Pero lo primero, era lograr hablarle, sin que escapara.

Optó por atraparlo un día antes de la clase de pociones.
Sabía que Draco odiaría llegar tarde a la clase, pero no le interesaba en lo absoluto.

Se había puesto la capa, para que no le viera venir.
Cuando Draco fue jalado dentro del baño de chicos, un grito escapó de sus labios.
Le había dado un susto terrible, pero pronto se dio cuenta de lo que ocurría.

—Ah, no. No ahora, Potter.

Cuando iba a dirigirse a la puerta, Harry se quitó la capa, quedándose pegado a la puerta, bloqueándole la salida.

—Quítate. Tengo clases.
—Tenemos que hablar.
—No, no es cierto.
—Claro que sí, deja de ignorarme, por dios.
—Mira, si quieres hablar, mejor ve con Dean, él querrá saltarse las clases contigo, yo tengo cosas que atender.
—¿Todavía sigues con eso?
—¿Con qué?
—¡No sé por qué la agarraste con Dean! ¡No tengo nada con él!
—Eso definitivamente no es de mi incumbencia.

Harry se sentía cada vez más molesto con su actitud.
Si no le iba a creer lo que decía, tendría que demostrárselo de alguna forma.

El libro designado para pociones golpeó contra el suelo cuando Harry jaló de la ropa a Draco, apegándolo a su propio cuerpo.

—No he hecho nada con él. No voy a hacer nada con él.
—Entonces deja de perder el tiempo y bésame.

Harry no tardó en esbozar una sonrisa para cumplir con la orden de su contrario.
Sus labios se juntaron, y Draco abrazó el cuello de Harry, entrelazando sus dedos entre su cabello desordenado, mientras este metía las manos bajo la capa de Draco, para pasarlas por su cintura, aferrándose a su camisa.

La verdad era que Draco estaba deseando aquello hace un buen rato, pero tampoco era como si se lo fuera a confesar. Había límites hasta los cuales podía perder su dignidad.

Cuando sus lenguas hicieron contacto, ambos gimieron ante el repentino toque tibio.
El moreno finalmente cortó el beso con una suave mordida a sus labios.

—Potter, tenemos clases... Ya tenemos como quinientos mil puntos menos cada uno por todo el retraso que llevamos.
—Bueno, retrasado y todo, besas bien.

Debido a la torpe broma que había hecho Draco le dio un fuerte golpe en el hombro.

—¡Eso no era necesario!
—¡Si lo era! Vamos a clases.
—Vale, vale.

Cuando llegaron a clases, como era normal, los puntos pasaron frente a sus ojos como si fuera su vida al momento de morir.
Y sus mejores amigos esperaban una buena excusa para haber entrado con su peor enemigo y no con ellos.

Tendría que pensar en una buena excusa.